Élite es, pero no lo parece

Matanzas es el nuevo y el único líder de la II Liga ¿Élite? Ayer los yumurinos volvieron a vapulear a Industriales, en un juego en el que vinieron de abajo, como parte de una jornada que, una vez más, puso en tela de juicio que este sea el torneo de calidad concentrada que necesita la pelota cubana para elevar su nivel.

En solo tres juegos se anotaron 58 carreras, a casi 20 por partido; y se cometieron 20 errores, a más de seis por desafío, como promedio; aunque los santiagueros, frente a Artemisa, cebaron ese saco de deficiencias, con nueve. Paradójicamente, por esas rarezas del beisbol, ganaron las Avispas y, según Arnelio Álvarez de la Uz, tampoco es récord; ese lo tiene Industriales, que en un choque cometió la friolera de 14 marfiladas, e increíblemente también fue ganador, nada menos que contra Santiago de Cuba.

Que un encuentro marche con ventaja de 10-0, y que el equipo que va delante esté defendido por su mejor lanzador, a la altura del cuarto episodio, pierda –como le pasó a los Cazadores, con Yunieski García en la lomita–, es casi de ciencia ficción.

Por los predios matanceros, la visita de los Leones se ha convertido en un verdadero infierno en el pantano para los Cocodrilos. El sábado perdieron por KO (13-3), y en la sesión dominical, por 11-3. En el primer duelo, los de la Atenas de Cuba batearon 12 jits, y en el segundo, 14. ¿Pero saben a cuántos hombres los lanzadores de Industriales les dieron pasaporte gratis a las almohadillas?: a 22; en el choque sabatino a 13, y en el de ayer a nueve, en 16 innings.

Esos pasajes, solo en un fin de semana, son los que no le sostienen la categoría de élite a esta Liga. Lo más preocupante es que estos conjuntos, los seis enrolados en el certamen, son superiores en plantillas a sus versiones de la 62 Serie Nacional, o cuando menos, se parecen mucho al nivel de aquella justa. ¿Y entonces?

Está claro que un pelotero no se convierte en inferior de la noche a la mañana; tampoco que un equipo con muchas más opciones que su nómina anterior no sea más funcional. Sin embargo, hay un detalle esencial: preparar la competencia, y dentro de este, y muy decisivo, está el componente motivacional.

Si esa arista no estuvo presente desde la propia convocatoria, es decir, desde la promoción del evento; si no se crearon las condiciones para arropar, desde cada territorio a sus representantes, y hacerlos íconos de su provincia, partiendo de que jugarían el torneo más fuerte del deporte nacional, entonces los jugadores entenderían el reto como más de lo mismo, o una prolongación de la Serie Nacional. Ya sabemos que segundas partes, por lo general, no son muy buenas; pero en pelota, es casi seguro que no lo son.

Eso explica los magros indicadores de las estadísticas generales de la Liga. La defensa es lo peor: se fildea 963 colectivamente, lo que explica que el 20 % de las carreras permitidas en el torneo sean sucias. Por ejemplo, Santiago de Cuba, con anémico 943 defensivo, de cada tres anotaciones que permite, una es por error a la defensa.

Se lanza para 4,61 carreras limpias por juego, y la ofensiva es de 289, con 66 jonrones, los que, aun cuando han aumentado, tienen una relación por cada vez al bate de uno por cada 65,9.

De ayer hay que destacar que la victoria matancera es la sexta en línea, que la derrota de los Gallos espirituanos es también la sexta de manera consecutiva, y que, en una controvertida jugada con la primera desocupada, el alto mando artemiseño dejó batear a Yordan Manduley con el gane santiaguero en segunda base, y este impulsó la decisiva, con el jit 1 500 de su destacada carrera deportiva.

Hoy, la tabla de posiciones tiene a Matanzas (13-9) en la cima, Industriales y Las Tunas (12-10) están a un juego; Sancti Spíritus y Artemisa (11-11) a dos, y cierra Santiago de Cuba (7-15), a seis.