ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: ACN

Su vida es un monumento a la disciplina, a la fidelidad a la obra a la que se entregó sin límites, a la manera de cómo encarar un reto, por difícil que sea. El Gallego, el capitán en Playa Girón, el director de las Escuelas de Cadetes de Managua, el fundador de la Escuela de Milicias en Matanzas, el Ministro de Educación, el Presidente del Comité Olímpico Cubano… creía firmemente en la victoria.

Ese credo acompañó a José Ramón Fernández Álvarez en todas las batallas. Lo cultivó desde la cuna, con Antonio, su padre, quien se estableció cerca de El Cobre, en Santiago de Cuba, y quien repudiaba la explotación y la corrupción de los políticos. De su madre le llegó la sensibilidad. Palmira, católica militante, suministró alimentos a combatientes del Ejército Rebelde y fue un apoyo importante para los miembros del III Frente Oriental.

El Gallego Fernández, así, para jefes y subordinados, para amigos y para el pueblo, fue un militar de carrera, primer expediente en las Escuelas de Cadetes, y graduado en Fort Sill, Oklahoma, en Estados Unidos. Desde el Ejército se opuso a los desmanes del dictador Fulgencio Batista, y organizó la conspiración de Los Puros, que en su radical postura exigía juzgar al tirano. Por eso cumplió prisión, en la antigua Isla de Pinos.

Allí se escuchó, en su voz, la primera arenga revolucionaria, y justo el día que abrió el alba de 1959, liberó a los presos políticos del mismo presidio, en el cual Fidel y sus compañeros fueron encerrados por la osadía del Moncada, que trajo luego al Granma y a la victoria.

Fernández, quien cumpliría cien años de nacido el próximo 4 de noviembre, es presente. Por eso ayer, el Comité Olímpico Cubano, en sesión solemne, homenajeó a este hombre de deportes, el mismo que clasificó, en 1951, para los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952, en pentalón moderno, pero el golpe del 10 de marzo de ese año, que sentaría a Batista en la presidencia, o literalmente sobre el pueblo cubano, aplastándolo, se lo impidió.

Trajo al deporte su creencia en el triunfo. Hoy, cuando está por delante el inmenso reto de los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, lo recordamos diciéndonos, el 21 de septiembre de 2011, que, en la cita continental de ese año en Guadalajara, «no tenemos un pronóstico, tenemos un propósito». Se refería a la fuerte oposición que significaban, para la meta del segundo lugar, Brasil y Canadá, y lo ilustró con la propia obra que tanto defendió.

«Qué vaticinio podía darle la victoria a la Revolución, tras la azarosa travesía del Granma, la sorpresa de Alegría de Pío, las condiciones de vida en campaña y la inmensa superioridad en hombres y armas del enemigo; qué pronóstico auguraría el triunfo a quienes heroicamente combatieron en las arenas de Playa Girón defendiendo el socialismo ante una artillada invasión, auspiciada y financiada por el imperio más poderoso del mundo; qué vaticinio podía sacar a este pueblo de la Crisis de Octubre con la frente tan alta, por la valentía y la dignidad; qué pronóstico apuntalaría la proeza de que, aislados y bloqueados, llegaríamos a las conquistas sociales de hoy; qué vaticinio nos convertiría en potencia médica; qué profecía sustentaría que, en menos de un año, nos declaráramos territorio libre de analfabetismo; en qué vaticinio descansaría rebasar la caída del campo socialista europeo y no solo resistir, sino vencer y continuar el camino».

Entonces, con una pasión desbordante, dijo: «Quienes contaron con los pronósticos de que este país se hundiría por la genocida guerra económica de la potencia más grande que ha conocido la humanidad, no sabe lo que es un propósito, empoderado por la voluntad de un pueblo que solidificó su convicción de victoria, principal legado de un invencible: Fidel».

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Eddy dijo:

1

5 de octubre de 2023

13:16:39


Mis respetos a esa magnífica persona que como Ministro de Educación logró que una injusticia cometida contra mi persona en los años 70 por una dirigente con doble moral dada su intervención me permitió continuar siendo profesor, graduarme, llegar a ser dirigente cumplir misión internacionalista y ser reconocido como pedagogo. Fue el mejor Ministro de Educación que tuvo la Revolución en todos los sentidos. Que Dios lo tenga en su gloria.