ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Lázaro Martínez. Foto: Getty Images

Cómo no sentirnos orgullosos del movimiento deportivo de nuestro país cuando vemos ondear la bandera en los mástiles de las cada vez más exclusivistas ceremonias de premiaciones de los máximos conciertos atléticos.

Con muy raras y, por supuesto, meritorias excepciones, las fanfarrias son cotos cerrados para la mayoría de las naciones del planeta. Así acaba de suceder en el recién finalizado Mundial de atletismo, en Budapest, en el cual solo el 23 % de los 200 pabellones nacionales que participaron vieron su estandarte sobre el podio, y únicamente 18, el 9 %, llegó a la cima de las más de 40 pruebas disputadas.

En la justa del orbe de canotaje, en la ciudad alemana de Duisburgo, la selectividad dejó aún menos espacio a los botes de países medallistas. Entre canoas y kayacs fueron laureadas 20 representaciones del orbe, y de América, por ejemplo, se incluyeron nada más que tres. Aunque, claro está, no se trata de una disciplina tan expandida como el campo y pista, pues mientras en la capital húngara se alistaron dos centenares de delegaciones, en la urbe germana fueron 50.

Cuba es parte de tal singularidad porque está dentro de esos ínfimos porcentajes, o para decirlo mejor, se ha ganado un puesto en un firmamento al que llega, no por un gran desarrollo económico o tecnológico, sino por el esfuerzo de sus deportistas, la sapiencia de los entrenadores, y por esa condición de grandes competidores que nos habita a los que vivimos en este archipiélago.

Por eso llena de goce la presea dorada de Yarisleidis Cirilo en su canoa a 200 metros, para coronarse por segunda vez en la órbita terrícola del canotaje, que es una corte de lujo e impenetrable. Tanto, que desde 1938, cuando se celebró el primer evento mundialista, en la ciudad sueca de Vaxholm, hasta hoy, 46 países tienen al menos un podio de premiación, y 37 han podido escalar hasta el cetro.

Brasil –que se fue sin pergaminos de Duisburgo– y Cuba son la vanguardia de tan encumbrada relación, con siete y seis títulos áureos, respectivamente, aunque la isla caribeña ha estado en más ceremonias, pues acumula otras 11 de plata y diez de bronce, por una y ocho de esos colores del gigante sudamericano.

Entonces es más grande la hazaña de la guantanamera Cirilo, porque de esas seis victorias, ya ella ha puesto sus brazos en dos, y a sus 21 años deben llegarle más trofeos.

Enormes satisfacciones generaron en toda Cuba los exponentes del triple salto en Hungría, cuando Lázaro Martínez ascendió a subcampeón mundial, y su compañero Cristian Nápoles logró el bronce, igual que la joven Leyanis Pérez, en una fortísima lid que volvió a dominar la reina Yulimar Rojas.

Así se iluminaron los últimos días de agosto, como mismo ocurrió en julio, en San Salvador, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, con una delegación que se ajustó a sus reales posibilidades en estos momentos, o como lo hicieron los peloteros que nos hincharon el orgullo patrio en los play off de la Serie Nacional, y los más bisoños, con una digna y combativa representación bayamesa en la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas.

Está claro que no pasamos por aquellos años en los que eran frecuentes los éxitos del deporte. El 24 de agosto de 2008, tras los Juegos Olímpicos de Beijing, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, decía: «No vivimos hoy las mismas circunstancias de la época en que llegamos a ocupar relativamente pronto el primer lugar del mundo en medallas de oro por habitante, y por supuesto que eso no volverá a repetirse».

Pero advertía: «Revisemos cada disciplina, cada recurso humano y material que dedicamos al deporte.  Debemos ser profundos en los análisis, aplicar nuevas ideas, conceptos y conocimientos».

Hoy, cuando el objetivo es el mismo, mantener al deporte como una de las grandes conquistas sociales de la Revolución, debemos tomar al pie de la letra esa lección; porque sí, hay un bloqueo cada vez más aberrante e injusto, 243 medidas de un Gobierno que se las donó al otro, con las que tratan de asfixiar a todo un país. Pero, preguntémosnos qué hemos dejado de hacer, porque tampoco es que antes tuviéramos tantos recursos disponibles. Respodernos nos haría más fuertes en esta hora de resistencia creadora.

Leyanis Pérez. Foto: Jit
Cristian Nápoles. Foto: Getty Images
Yarisleidis Cirilo. Foto: Reuters
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