ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Revertir el torpe paso de Industriales en lo que va de torneo no es fácil, pero tampoco es imposible. Foto: Ricardo López Hevia

No soy de los que piensan que sin Industriales el mundo cubano de la pelota se viene abajo, pero de lo que sí no tengo duda es de que cuando este equipo brilla la pasión por ella, que recorre la geografía desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio, se nos desborda. Con los azules de la capital, históricamente, las sentimentales y sensibles graderías se llenan de deseos de verlos ganar, pero también son pobladas por los que los quieren ver perder. En un mismo lugar, cualquiera que sea, los aplauden o los abuchean.

Tal vez en los anales de las series nacionales no hayamos visto una versión tan pálida del color de la capital sobre el terreno como en esta. Cubrió los primeros 20 partidos de la temporada con apenas seis triunfos, de ellos tres en los primeros cinco encuentros. A partir de ahí solo habían podido ganar igual cantidad de encuentros.

Eso hace que habiten en un inusual, para ellos, sótano en el edificio de la campaña cubana de pelota, con seis victorias y 14 fracasos antes de los desafíos de ayer. Para colmo, lo que parecía casi una misión imposible para cualquier conjunto de la lid, lo logró Artemisa, justamente ante la tropa industrialista: barrida de 5-0, que junto a la de los avileños frente a los holguineros, son las únicas que se han producido en lo que va de calendario.

Quedan todavía muchas jornadas por celebrar, más de 50. Ver a los llamados Leones en los play off sigue siendo una posibilidad, y por el calado de su pedigrí, una aspiración para sus seguidores y para los que lo adversan.

Pero más allá de cálculos o análisis estadísticos de sus parámetros, todos deteriorados hoy, los jugadores de este equipo han de sembrarse en sus franelas el peso de una historia por la cual pasan varios de los mejores momentos de la pelota nacional. La forma que han mostrado flagela el espectáculo deportivo más seguido en Cuba. Es como si en el fútbol español el Real Madrid se desplomara, o en la pelota de las Grandes Ligas los Yanquees de Nueva York fueran vapuleados, o que el bello juego de las hockeístas sobre césped de Argentina cayera en picada.

Jugar en Industriales lleva una altísima responsabilidad con la afición de todo el país y con la calidad del beisbol. Si levanta esa tropa, la 62 Serie Nacional, que no pasa por un buen momento de calidad, también se empina. Ante ese plantel más que un sentimiento provincial o regionalista hay que tener una visión de país. Creo que con todos sucede lo mismo, pero junto a Santiago de Cuba, Pinar del Río y Villa Clara, tiene una tarea muy ardua por lo que ha vivido el beisbol en su desarrollo.

Granma, Matanzas, Ciego de Ávila y Sancti Spíritus han tomado el relevo de esa bandera de liderazgo en los últimos años, y no han dejado morir la pasión. Pero si regresan a la palestra aquellos cuatro grandes, para unírseles a las nuevas referencias, entonces sí el cuarto de Tula coge candela, y no habría bombero que pueda apagar las llamas competitivas de la serie.

Revertir el torpe paso de Industriales en lo que va de torneo no es fácil, pero tampoco es imposible. Nos quedamos con las palabras de uno de sus lanzadores, Frank Ernesto Herrera Camejo, quien no cejó en el empeño de volver, tras una obligada y larga distancia, entre operación quirúrgica y recuperación. Esto fue lo que dijo:

«Estuvimos en la Escuela Especial Solidaridad con Panamá en estos tiempos difíciles para el equipo. Los niños que nos recibieron nos han dado una lección de que no existen imposibles. Cuando un día las cosas no vayan bien, pensaré en ellos, y cuando lo estén, lo haré también».

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