ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La Copa Mundial de Fútbol de la FIFA Catar-2022 dejó «fuera de juego» las opiniones en contra, surgidas desde el mismo momento en que Estados Unidos perdió en la votación para organizarla.

El clima caluroso, la posible corrupción a distintos niveles de la dirección del fútbol catarí, la prohibición de tomar bebidas alcohólicas en los alrededores de sus estadios, se esfumaron ante la celebración del evento, que finalmente recibió el elogio de ser el mejor de los montados por la FIFA.

Entre el 8 de junio y el 20 de julio de 2026, Estados Unidos tendrá la sede, compartida con México y Canadá, un movimiento organizativo que verá sus primeras luces en tres sedes, dado el aumento, a 48, del número de países participantes. Pero la historia de Catar, con su estadio 974, al parecer mantendrá su vigencia, por lo menos, hasta la versión de la Copa 2030, para la que lanzaron su candidatura compartida Paraguay, Uruguay y Argentina.

El diputado uruguayo Sebastián García presentó un proyecto que insta al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país a gestionar, ante el Gobierno de Catar, la donación del Estadio 974, que fuera armado con la misma cantidad de contenedores que inscribió su nombre, con capacidad para 44 000 espectadores. El recinto fue desmontado tan pronto terminó la justa.

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, dijo que «sería fantástico un Mundial en Sudamérica. Una candidatura sudamericana es muy fuerte para organizar un Mundial. Desde siempre se vive el fútbol de una manera increíble, porque su corazón está allí».

Apuntó que «tenemos que crear las condiciones, porque los escenarios donde brillen los futbolistas deben ser perfectos». Los gauchos respondieron que las tienen para jugar en el Estadio Monumental (en reforma), Único de La Plata, Malvinas Argentinas, en Mendoza; Madre de Ciudades, de Santiago del Estero, y el Mario Kempes, de Córdova.

«Nuestra región necesita generar trabajo y desarrollo, y estos eventos lo permiten», aseguró Matías Lammens, ministro argentino de Turismo y Deportes, a quien siguió Claudio Tapia, presidente de las Asociación de Fútbol Argentina: «coincidimos en que el primer partido debe jugarse en Argentina y la final en Uruguay».

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