No hay peor cuña que la del mismo palo. Hoy Achraf Hakimi lo demostró. El jugador marroquí, nacido en la capital española y canterano del Real Madrid, marcó el penal que sepultó las esperanzas de España de avanzar en esta Copa del Mundo.
Pero antes lo hizo Luis Enrique, empecinado en no repetir once y con un sistema de juego que ha dejado mucho que desear. Decidió darle titularidad a Marcos Llorente por el lateral derecho que, aunque no fue el peor del encuentro, tampoco pudo brillar en esta posición. Por la otra banda, un experimentado Jordi Alba que se vio tímido en la marca sobre Hakim Ziyech. La furia roja fue sin dudas de más a menos, su abultada victoria ante Costa Rica resultó ser un espejismo.
En los 90 minutos, más los 30 de tiempo extra, los españoles se dedicaron a tocar y tocar el balón y no encontraron jamás profundidad en el último pase. Marruecos, por su parte, intentó jugar a la contra, con Boufal como el más destacado en la primera mitad.
Amrabat se adueñó del mediocampo y junto a Amallah y Ouhani anularon a Pedri y Busquets. Gavi se comportó más guerrero, literalmente, en solo 20 minutos ya había cometido cuatro faltas y se quedó a deber el por qué lo eligieron «Golden Boy».
Con la incorporación de Morata, España ganó ofensivamente al conseguir las chances más claras, pero Bono y sus defensores impidieron que el 0-0 se alterara.
La lotería de los penales premió al equipo más humilde, técnicamente hablando. Bono, como Livakovic ante Japón, detuvo los cobros de Carlos Soler y el capitán Busquets, en el primer turno Pablo Sarabia pegó al poste. Sabiri, Ziyech y Hakimi no fallaron y sentenciaron la clasificación de Marruecos a cuartos de final.
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