ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ricardo López Hevia

Ganar cualquier competición deportiva es una realización para el atleta, por su esfuerzo y porque prestigia a quien representa. Por eso la medalla de oro de Reineris Salas, el luchador de los 125 kg del estilo libre, en el torneo Dmitry Korkin, en Rusia, tiene ribetes sobresalientes.

En septiembre pasado, la principal escuadra cubana se despidió del Mundial, celebrado en Belgrado, sin podio. El hecho, en el último tramo de 2022, con un exigente cercano 2023 –año crucial en las aspiraciones olímpicas de París-2024, toda vez que el ciclo de cuatro años entre una cita bajo los cinco aros y otra se redujo de cuatro a tres–, causó preocupación.

La inquietud pasa porque la lucha es, detrás del boxeo (41), la que más títulos dorados tiene en Juegos Olímpicos, con 11, igual cantidad que el atletismo; y el único deporte, que, desde 1992, no deja de escalar a lo más alto del estrado de premiaciones en esas lides.

Pero tras la cita del orbe, los gladiadores no se durmieron. Al título de Salas, en octubre, se sumó el de Luis Orta (60 kg), también en Rusia, en la Liga de Luchas Poddubny. Otro Reineris, Andreu, en la justa que ganó su tocayo, alcanzó la presea de plata.

Esos triunfos, alejan la pesadilla del Mundial, de cara a París-2024. 

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