Cuba vistió de lujo al Caribe

No había una pretensión championista en la participación cubana en los I Juegos del Caribe. Lo que sí se quería era llegar a la bella isla de Guadalupe, anfitriona de la lid, con una representación que le aportará a este pionero objetivo, como lo ha hecho la Mayor de las Antillas con los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Ese propósito, y el de evaluar la reserva atlética del país de cara a compromisos futuros de mucha más envergadura, fueron la esencia de la estrategia cubana en esa cita. De ahí que, previamente, pasaran por un proceso de preparación que, incluso, tuvo en cuenta la intervención de algunos de los deportistas en certámenes mundiales, como los nadadores.

Llena de satisfacción entonces que, en estos primeros pasos, la natación haya sido el deporte insigne con una amplísima cosecha de 31 preseas, pues sus fines son los de ir recuperando espacios en el área centroamericana. De la piscina emergió también la reina de los Juegos: la cubana Andrea Becali empoderó su trono con cuatro títulos áureos, dos de plata y dos de bronce.

El judo amasó el segundo botín más acaudalado de la delegación, con cinco pergaminos dorados, uno de plata e igual cantidad de bronce. Este también es un deporte que, tras enfrentar un cambio generacional, se propone recuperar cintillos, tanto en el contexto centrocaribeño como en el panamericano. La misma meta tiene el atletismo, que ahora logró cuatro coronas, en tanto en el ciclismo las muchachitas siguen poniendo al deporte de las bielas en lo más alto del podio.

Y si reconforta lo de los tritones y las ondinas, también es bienvenida la última victoria que llegó con el balón desde la sala de fútbol, mientras –con muchas potencialidades– nos quedamos fuera del podio en el baloncesto 3x3.