Matanzas.-Hay mucha expectativa en esta ciudad por disfrutar hoy del tope entre los peloteritos granmenses y yumurinos, como parte del programa del Juego de las Estrellas, que premia a esta provincia por sus resultados en la disciplina.
El choque pactado para el engalanado Victoria de Girón atraerá la atención de mucho público, sobre todo de niños y jóvenes deseosos de apreciar las cualidades de las futuras estrellas del beisbol cubano.
El elenco de Bayamo llega aquí con la etiqueta de favorito, pues se trata nada más y nada menos que del campeón nacional de la categoría. De su oponente también se hablan maravillas, una pléyade de infantes que se forma básicamente en el beisbolito del viaducto matancero, bajo la atenta mirada de experimentados entrenadores.
Ese pleito entre novenas de la categoría infantil, conocida ahora como Pequeñas Ligas, pudiera arrebatarle el show al Juego de las Estrellas y hasta al mismísimo duelo final para conocer el máximo jonronero de la contienda número 61.
«Yo prefiero ver jugar a los niños que a los mayores», se les escucha decir en la calle a no pocos aficionados; claro, son los mismos que luego tienen el «moco caído» cuando pierden los equipos de su preferencia en la Serie Nacional.
Pero si algo justifica esa observación es que los cubanos llevan la pelota bien adentro, y ver a los más pequeños en el campo deportivo despierta la añoranza de todos aquellos que practicaron el beisbol en sus edades más tempranas, y soñaron un día con llegar a ser el mejor pelotero de la familia, y hasta del pueblo.
Pese al paso de los años, todavía los hay quienes siguen preguntándose, ingenuamente, si en determinado momento no cometieron un error al abandonar la pelota por entero.
Sentados en las gradas del coloso matancero, no serán pocos los que volverán a verse a sí mismos en el terreno de su localidad, muy de niños, con el traje de pelotero recién estrenado y en compañía de sus padres, embobecidos de curiosidad por un deporte que encanta a los cubanos desde hace más de un siglo.
La próxima vez que sepamos de estos niños que hoy harán las delicias de los presentes en el Victoria de Girón, será quizá entre siete u ocho años, cuando ya defiendan los colores de su provincia y hasta las cuatro letras de la Patria.
Más allá del vencedor en este desafío, estipulado a siete entradas y con delimitación del terreno, su propia realización será un premio a los amantes de nuestro pasatiempo nacional, declarado en fecha reciente Patrimonio Cultural de la nación cubana.
Va, y a lo mejor, estos niños serán los futuros campeones, y experimentarán hoy el mismo regocijo de los contendientes habaneros y matanceros que el 27 de diciembre de 1874 marcaron para siempre al estadio Palmar de Junco, y al beisbol antillano.

















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