Al mismo tiempo que la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) le retiró a Rusia las sedes del Campeonato Mundial de Voleibol Masculino y de dos series de la Liga de las Naciones 2022, emprendió un desesperado intento por conseguir nuevos organizadores, poniendo como fecha tope para hacer la solicitud el pasado 14 de marzo.
Hasta hoy, a pesar de la retórica contra Rusia por el conflicto en Ucrania, y cuando la FIVB no cesa de alentar la rusofobia en el deporte, no aparecía aún el o los países que se hagan cargo de ambos eventos, planificados como de gran interés para la nación euroasiática, pues ofrecería los programas de la Liga en junio y julio, y luego brillaría con el Mundial a finales de agosto.
Todas las federaciones nacionales fueron invitadas a dar el paso de ofrecerse para montar el Mundial, que debe aprobar el Buró de Administración de la FIVB para que, como ha ratificado esa entidad, el certamen mantenga sus 24 países clasificados, repartidos en seis grupos de cuatro contendientes, con 52 partidos. En caso de emplear dos sedes en las fases preliminares, la semifinal y final serían en una de esas ciudades.
Lo que enfrenta el voli internacional es organizar, en cinco meses, algo arrebatado a Rusia, que venía preparándose en diez ciudades desde 2018, por un conflicto que no creó, sino que ha sido alentado y apoyado por Estados Unidos y la OTAN.

















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