MATANZAS.-Los Cocodrilos pasan por un mal momento, y sus seguidores se preguntan si el trance es pasajero o una señal de algo peor ante su maltrecha nómina ahora mismo.
Hasta la jornada de este jueves, acumulaban ocho derrotas en las últimas nueve salidas, seis de ellas de forma consecutiva. Racha negativa suficiente para ponerle la cabeza mala al más optimista de los mentores.
Ha fallado el pitcheo de relevo, y sobre todo la ofensiva encargada de traer para el plato a los hombres en posición anotadora. Baja producción que se echa a ver, sobre todo, luego de la ausencia, por lesión, de Erisbel Arruebarruena, así como la salida del intermedista Aníbal Medina y del jardinero central Eduardo Blanco.
Por otra parte, bateadores como Jefferson Delgado, Javier Camero, Yariel Duque, y el propio receptor Andrys Pérez, han dejado muchos corredores en base y registran un alto por ciento de conexiones para doble play.
En estos momentos, los Rojos aparecen forcejeando en un grupo de avanzada integrado por casi una docena de conjuntos, muy cercanos los unos a los otros. Y cuando esto ocurre, como se sabe, el más leve resbalón te aleja invariablemente de la punta y hasta de la zona de clasificación.
A los aficionados les preocupa que, en medio de la temporada, y sin aviso previo, un número considerable de jugadores salgan a jugar en otras ligas mediante contratos independientes. Este es un tema que despierta muchas incógnitas y que sería bueno ordenar de una vez, en bien de la salud de nuestra Serie Nacional.
Por fortuna, los días 19 y 20 de este mes tendrá lugar en territorio matancero el Juego de las Estrellas del beisbol cubano, en este 2022, suceso que puede, a la postre, alentar a los Cocodrilos de aquí en lo adelante.
Queda un buen trecho todavía por transitar, pero ya los matanceros dejaron de ser aquel trabuco que inició la actual campaña. Quizá sería bueno reacomodar el pitcheo, dejar de apostar por el batazo y echarle mano al llamado juego chiquito.
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