
Matanzas.-Un breve vistazo a la todavía joven campaña 61 permite apreciar que, tras concluida la sexta subserie, se habían otorgado algo más de mil boletos, para un promedio de aproximadamente cinco por juego. En no pocos desafíos, sin embargo, la cifra de transferencias excede la decena o más.
Estos números no son nada buenos para nuestra pelota, y hablan de cuánto es preciso trabajar en un área que, como se conoce, decide en el resultado de los pleitos.
Conjuntos como Cienfuegos, Industriales y Villa Clara registran los promedios más altos, con una media de poco menos de seis bases por bolas.
Aunque la totalidad de los lanzadores sabe de memoria que el descontrol es su peor enemigo, todavía una buena cantidad de ellos no puede hacer su trabajo por culpa de ese lastre.
Lo curioso es ver cómo, en la Serie Nacional, los más jóvenes se interesan sobre todo por tirar duro, antes de aprender a lanzar y alcanzar una mecánica correcta.
Y un lanzador puede inclusive poseer una velocidad aterradora, pero de nada le sirve si no tiene el necesario control.
Está más que demostrado, sea cual sea el nivel de la liga, que se puede ser un pitcher seguro, ganador, con apenas tres lanzamientos: recta, cambio y slider. La gracia está en mantener un excelente control y combinar bien las velocidades.
Hace unos días, los seguidores del conjunto matancero aplaudieron la actuación del cerrador Armando Dueñas, quien mostró un desacostumbrado dominio de la zona de strike, al trabajar ante los Cachorros de Holguín.
Su bola rápida es considerada como una de las más poderosas hoy en nuestra pelota, pero el yumurino sufre de deficiencias en el control y ese contratiempo ha impedido mayores progresos en su carrera, a la altura ya de su sexta contienda.
Dueñas puede tirar de forma sostenida por encima de las 92 millas por hora, pero debe trabajar con más intención para ganarse la confianza del cuerpo de dirección de los Cocodrilos.
Si además de esa recta dura, lograra con efectividad quitarle a la bola en determinadas ocasiones, lo que se dice combinar las velocidades, rompería la coordinación de los bateadores contrarios y sería un serpentinero muy difícil de conectar. Eso sería de mucho provecho para la causa de los Rojos y hasta del propio elenco nacional.
De acuerdo con la opinión de entendidos, tanto él como otras jóvenes figuras en desarrollo, con evidente talento, deben perfeccionar su windup, y mantener la vista en el home plate para mejorar el comando de la zona de strike, tan necesario especialmente para quienes trabajan en calidad de relevo.
Para Jesús Salgado, entrenador de pitcheo de los Cocodrilos, además de la forma física, un concepto fundamental es el pensamiento, que el brazo y el cerebro del lanzador logren entenderse.
Es la condición para poner la bola donde se quiere, es decir, dominar la zona de strike, mérito, al parecer, de unos pocos serpentineros en nuestra pelota.
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