
En nuestra sociedad el ajedrez tiene gran influencia, pues se juega por miles y miles de cubanas y cubanos en cualquier lugar del país, como resultado del esfuerzo que ha hecho la Revolución para su desarrollo, comentó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al inaugurar, en noviembre pasado, el Aula Especializada Ernesto Che Guevara del Instituto Latinoamericano de ese deporte, en la Universidad de las Ciencias, la Cultura Física y Deporte Manuel Fajardo.
En este enero, justo en el umbral del aniversario 169 del natalicio de José Martí, las 64 casillas, también en esa casa de altos estudios, reunió a 169 tableros en una simultanea ante el maestro nacional argelino Lyés Yala, quien busca un récord Guinness: jugar ante 621 rivales y superar la marca de 604 del iraní Ehsan Ghaem Maghami. Hoy, allí mismo, el homenaje al Apóstol llegará en los títulos de Licenciados de sus egresados.
Como otros patriotas, Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, Fernando Figueredo Socarrás, Francisco Maceo Osorio, José Fornaris y Carlos Manuel de Céspedes, el Apóstol fue un aficionado al ajedrez. Según el libro El ajedrez en Cuba, de José Luis Barreras Meriño, aunque conoció de otros deportes, como el beisbol o el boxeo, con textos de eximia prosa y profundidad, la que practicó fue la de damas y reyes. Si bien no se sabe dónde aprendió a jugar—pudo ser en casa de su amigo Rafael María de Mendive—, la primera prueba concreta de su afición se sitúa en 1875, en México, en el hogar del emigrado cubano Francisco Zayas Bazán. En Guatemala compartió los trebejos con el general Miguel García Granados, expresidente de la República, y padre de María García Granados, La Niña de Guatemala.
Se conserva su partida con el niño Andrés Ludovico, en México, en 1876, que perdió en 47 movidas. El cotejo dejó una enseñanza: Martí quiso incentivar las cualidades del infante y la pasión de este por el ajedrez, al que llamó complicado juego.
Con aportes a la capacidad de análisis, a la toma de decisiones y a la construcción de disimiles estrategias, el ajedrez se parece a esa Cuba que honra a su Héroe Nacional para vivir con él cada victoria.
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