MATANZAS.–Nueve meses sin beisbol, por culpa de la pandemia, ha sido demasiada tranquilidad competitiva para un pueblo que trae la pelota «pegada a sus costillas» desde hace más de un siglo.
Sin ánimo de exagerar, Cuba sin pelota es un país triste, incompleto. Por eso es fácil comprender el regocijo que desata en la afición, de una punta a la otra del archipiélago, el inicio de la Serie Nacional de Beisbol número 61, sin duda el evento deportivo preferido de la mayoría de los cubanos.
Su anuncio para este 23 de enero fue una noticia muy esperada por la afición amante de nuestro pasatiempo, en fecha reciente declarado oficialmente Patrimonio Cultural de la Nación, un día histórico que terminó por sellar su importancia para todos nosotros.
Aun en circunstancias adversas determinadas por la amenaza de la COVID-19, en las próximas horas los 16 equipos, en representación de todos los territorios del país, estarán lidiando por ganarse un puesto entre los ocho grandes, con opciones luego de poder aspirar a la corona nacional, ganada en la contienda anterior por los Alazanes de Granma.
La porfía, como es habitual, se extenderá a los más insólitos espacios públicos, donde alzan sus voces en animadas controversias los seguidores de cada uno de los equipos.
Dos de las plantillas mejor inspiradas para esta campaña, las que, obviamente, se hacen las más grandes ilusiones de ganar el campeonato, son los elencos de Granma, con el mérito de haberse colgado en el pecho tres títulos en los últimos años, y los Cocodrilos de Matanzas, probablemente el conjunto que opondrá la mayor resistencia al actual campeón.
Y no solo por su condición de subcampeón, sino porque exhiben una nómina sin lagunas visibles en los diversos aspectos del juego, con atletas talentosos y de experiencia que, junto a los más noveles, conforman un equipo que sale al terreno ávido de victorias, dirigido por un mánager con cierta magia para sacarle el máximo a los jugadores.
Al retador, además, lo anima el cambio que para bien recibió la pelota en el territorio hace unos años, y que tras varios intentos muy cerca de la cúspide, llevó a los Rojos a su regreso triunfal en series nacionales, luego de una sequía de tres décadas.
Más cercano en el tiempo, lo reconforta, además, el hecho de que la declaratoria del beisbol como Patrimonio de la Cultura Cubana tuvo lugar en el mítico estadio Palmar de Junco, el más antiguo en activo del mundo, y donde se celebró el primer juego oficial de pelota en Cuba, escenificado el 27 de diciembre de 1874, según reflejó la prensa local.
Pero además de los enconados encuentros que de seguro sostendrán Alazanes y Cocodrilos, todas las escuadras darán brillo a una Serie Nacional que se dispone a dejar atrás viejas maneras, poco atractivas, para dar paso a las necesarias transformaciones en este ámbito, y colocar de nuevo al beisbol en el sitial que se merece.
Bienvenida entonces la pelota, y que gane el mejor.
COMENTAR
Responder comentario