ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Portada del libro Cuando el beisbol se parece al cine. Foto: Internet

Si queremos saber cuán profunda es la dimensión cultural del juego de pelota en Cuba, los amantes de este deporte, que en nuestro país son muchos, debemos acercarnos a la vasta obra de Norberto Codina, y a esta que nos presenta ahora: Cuando el beisbol se parece al cine.

Al decir de este venezolano, quien como una recta de más de 90 millas tiene su mejor lanzamiento en Cuba, el texto, presentando por el doctor Félix Julio Alfonso López y el director de cine Arturo Soto, es una reivindicación del beisbol como espectáculo; una invitación a los peloteros a salir al terreno y a divertirse, a ser protagonistas de esa dramaturgia que comienza cuando ellos entran por el túnel que los lleva al terreno, las luces, las gargantas de los aficionados y la voz de ¡A jugar!

«Es una expresión de los vasos comunicantes de la pelota con la cultura nacional, recogidos en estas páginas por Ediciones Icaic, y también una manera de llamar la atención de la deuda que tiene el cine con nuestro beisbol», afirmó el autor.

Cajón de bateo. Algunas claves entre beisbol y cultura (2012), fue su anterior jonrón, y preguntado por las diferencias o las similitudes con Cuando el beisbol se parece al cine, el también poeta nos dice, casi en verso, que «es el mismo y diferente», y es así porque considera aquel «la antesala natural del nuevo volumen. Este de ahora es ese triplicado y corregido».

Al respecto, Alfonso López dijo: «en su discurso se dan la mano Wenceslao Gálvez y Delmonte, short stop y primer historiador del beisbol cubano, y Julián del Casal, enamorado platónico del juego; José Martí, asistente a juegos de pelota en Long Island y Cayo Hueso, somete a crítica al beisbol profesional estadounidense desde su atalaya neoyorquina; el apasionado Eladio Secades contrapuntea con el no menos vehemente Ismael Sené, quien como su tocayo de Moby Dick, desgranaba relatos verdaderos y al mismo tiempo inverosímiles; Nicolás Guillén nos deslumbra con sus formidables crónicas y poemas dedicados a Basilio Cueria, José de la Caridad Méndez y Martín Dihígo; José Raúl Capablanca se nos revela como entusiasta practicante del beisbol (jugaba short stop y segunda base en la Universidad de Columbia), cuya pasión compartía con los tableros de ajedrez; y Wifredo Lam confiesa que de niño imitaba al gran Miguel Ángel González en la receptoría; Lezama Lima se transfigura en insólito cronista de beisbol en El Diario de la Marina; y Alejo Carpentier aparece jugando pelota en los arrabales habaneros, y fumando cigarrillos de la marca La flor de Marsans».

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Cuty dijo:

1

12 de octubre de 2021

07:12:40


Espectacular artículo a la altura de los dos leídos en la presentación del libro y mencionados ahora en este texto.

Julián Mastrapa Ardite dijo:

2

12 de octubre de 2021

12:31:32


Lamentablemente demasiados peloteros conciben el juego como fuente lucro