Desde la noche en que lo vi pelear frente a los profesionales mexicanos comprendí que, por su fortaleza y estado físico el boxeador Arlen López tendría sobradas razones para ir a Tokio a ganar su segundo título consecutivo, en divisiones diferentes.
La prensa catalogó su boxeo «como un baile sobre el ring, un balanceo pendular que vale oro». Con su constante cambio de guardia, de izquierda a derecha, fue enredando al rival, al británico Benjamin Whittaker, que ha mostrado un boxeo más ofensivo, a los puntos (4:1). El de Gran Bretaña ha abandonado en ring entre lágrimas, pero ha encontrado consuelo en la medalla de plata que se ha podido colgar; la primera olímpica para él.
Arlen López ya sabía lo que era tocar la gloria olímpica, después de proclamarse campeón en Río 2016, en 75 kg, aunque entonces lo hizo en peso medio; una categoría de peso en la que también logró el Mundial de 2015 y el oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y en los Campeonatos Panamericanos de 2017. Ahora la victoria fue en 81kg.
Consultado el entrenador principal, Rolando Acebal, dijo habían tenido pocos topes de preparación por los problemas de la pandemia y habían dedicado el tiempo a la preparación física de los hombres que han podido demostrarlo bien en sus presentaciones.

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