
El boxeo cubano tiene ante sí el desafío de ser, una vez más, el buque insignia del medallero olímpico. Vaticinan cuatro doradas unos, quizá otros, más conservadores, no se arriesgan a fijar un número, pero como ha dicho Julio César La Cruz: «entrenamos siempre para ganar el oro».
El capitán del equipo Cuba dijo que se ha preparado en los 91 kilogramos, por lo que ya se siente adaptado, a pesar de que son diez más con relación al peso anterior, cuando fue campeón olímpico de Río-2016.
El también titular mundial, panamericano y centroamericano y del Caribe, señaló que la gira de entrenamiento, sobre todo por Alemania, sirvió para intercambiar con púgiles locales, kazajos y mongoles. Afirmó que eso le tributó a su presentación en la velada contra profesionales mexicanos en Aguascalientes, donde se le vio rápido en los movimientos y con buena dirección en los golpes, para ganarle fácilmente a Julián Pitbull, aun cuando hacía un año que él y sus compañeros no tenían un cartel internacional oficial.
Al líder de los pugilistas cubanos le recordé que, en los 91, la pegada es más fuerte y su estilo de combate ha dado lugar a opiniones divergentes. «Siempre he confiado en mi estilo, me ha llevado a triunfar y a conquistar importantes lauros en mi carrera deportiva, y no lo voy a cambiar. Para mí significa mucho ser el capitán del equipo del deporte más medallista de Cuba por 11 años, y eso ha sido posible por la disciplina y los resultados, ganándome el respeto de mis compañeros y entrenadores».
Al suspenderse el clasificatorio de las Américas, que debía otorgar 33 plazas para completar el programa olímpico, siete cubanos fueron seleccionados por el ranking para participar en el evento. La sombra, como le dicen a Julio César, consideró que es un gran reconocimiento a nuestra escuela y al colectivo en general.
Los otros cupos son para Yosbany Veitía (52 kg), Lázaro Álvarez (57 kg), Andy Cruz (63 kg), Roniel Iglesias (69 kg), Arlen López (81 kg) y Leinier Peró (más de 91 kg).

















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