ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El tope contra los profesionales será un buen medidor de cara a Tokio-2020. Foto: Endrys Correa Vaillant

Tras conocerse la pasada semana el propósito de Cuba de ubicarse entre los primeros 20 países del medallero de los Juegos Olímpicos de Tokio (23 de julio-9 de agosto), un  rico debate se produjo entre la afición deportiva del país. Algunos piensan que es una cota muy empinada y otros la ven posible de escalar.

Para los que piensan que se puede coronar ese empeño, el deporte más medallista de la Mayor de las Antillas acaba de darles una sustanciosa prueba de aliento. La escuadra de boxeo tuvo un extraordinario desempeño en la noche del viernes último, cuando enfrentó a ocho púgiles profesionales en la ciudad mexicana de Aguas Calientes, con saldo de siete triunfos y un empate.

Más allá del resultado, en un ambiente de tope amistoso, lo más importante era ver a los peleadores cubanos tras más de un año sin las exigencias de un cartel boxístico, que por demás, los exponía a otra forma de combatir, y a seis asaltos. En ese orden, los dividendos, incluso por encima de las victorias, trajeron muy buenas noticias.

Fue muy halagüeño, en primer lugar, el estado físico que mostraron los dirigidos por el equipo técnico que encabeza el profesor Rolando Acebal. Se vieron rápidos de piernas y manos, y en ningún combate vimos que los brazos pesaran, ni a la hora de golpear ni en la defensa. Este aspecto es decisivo sobre el cuadrilátero, pues no solo permite la oportunidad de alcanzar la anatomía del contrario, sino y tan importante como eso, no recibir castigo.

En ese sentido, impresionó la forma de Julio César la Cruz, tan felino en los 91 kilogramos como lo era en la división inferior; muy mejorado vimos a Arlen López, ahora en los 81, ambos campeones olímpicos en la pasada edición de Río de Janeiro. Excepcional fue la presentación de Andy Cruz, en los 63, ante el rival de más recorrido de los enfrentados, Miguel Vázquez, quien en 2010 se hizo de la faja de campeón del Consejo Mundial de Boxeo.

Párrafo aparte merece Roniel Iglesias (titular de Londres-2012). Fue el único que no venció, al igualar en el encerado con José Miguel Borrego, en lo que calificaríamos como el mejor pleito de la velada. El pinareño (69), quien había dejado duda en la afición boxísticas del país, hizo cambiar esas opiniones en una pelea en la que supo trabajar en las tres distancias y aceptó intercambios al estilo profesional. Pegó y le pegaron sin bajar el ritmo en los seis rounds. El Iglesias que vimos el viernes se parece muchísimo al campeón olímpico y ha puesto a Cuba a soñar en grande.

Dainier Peró (más de 91), Yosbany Veitía (55) y Lázaro Álvarez (57), además de vencedores, bajaron del ring después de demostrar que, por lo enseñado, con ellos también hay que contar para el podio olímpico. Y si este fuera un examen preolímpico de cualidades, el único que no tiene aún plaza para la urbe japonesa, Yoenli Feliciano (76), hubiera sacado la máxima calificación.

El boxeo, que tiene 37 de las 77 medallas de oro de Cuba en la historia olímpica y con las cuales se ubicaría en el lugar 27 del medallero de más de cien años entre 206 naciones, acaba de dar un golpe de autoridad que da confianza. Esperemos por las alegrías que esos puños están acostumbrados a darle a su país en las principales lides deportivas mundiales.

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