Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero toda regla tiene su excepción, máxime si hablamos de pelota, y si los protagonistas son Matanzas y Las Tunas. Desde mañana tendremos, en la 60 Serie Nacional, la misma semifinal de la edición precedente, con el suspenso flotando sobre el terreno de si el final será el mismo.
En la campaña anterior esa instancia, a diferencia de la de hoy, que será a siete, se pactó a cinco encuentros, y los Cocodrilos emergieron victoriosos al vencer en tres partidos y caer solo en uno. Otra arista que no será igual es que, en la versión 59, quienes defendían el gallardete de campeón eran los Leñadores, y ahora esa condición la protegen los yumurinos.
Lo que se mantuvo de la previa de la primera semifinal entre ambos es que, tanto en la 59 como en la 60, los matanceros dominaron en el calendario regular. En la anterior contienda, con un esquema distinto al de la actual justa, los de Armando Ferrer ganaron siete de los 12 juegos programados, y en la presente, cuatro de cinco. En sus enfrentamientos en series nacionales, también los de la Atenas de Cuba llevan ventaja con 83 triunfos por 69 sus adversarios, y lo mismo sucede en las últimas cinco (24 por 11).
Para la 59 Serie Nacional, cuando se plantó esta semifinal, dimos favoritos a los tuneros, por aquello de que es difícil no darle esa condición al campeón, algo que en estos momentos mantenemos, al otorgarle esa credencial a Matanzas.
Sin embargo, en el bosque de los Leñadores hasta las fieras más temidas corren peligro ante el filo de sus hachas. Es un equipo muy combativo, y más allá de la experiencia y calidad de sus jugadores, es altamente competitivo, con un mentor que supo traducir esas cualidades en victorias, lo cual era una vieja deuda.
Pablo Civil dijo a Radio Rebelde que, como mínimo, han de ser seis choques. «A Matanzas hay que jugarle bien, es un equipo maduro, sin lagunas, y cualquier pestañazo sería fatal. Los objetivos son: dar un buen espectáculo a la afición y ganar». Armando Ferrer, timonel de los Cocodrilos, no difiere. Afirmó que a los suyos solo les sirve retener la corona; al igual que su rival, convirtió en primer lugar las potencialidades de un equipo que irá a su cuarta final en diez años, y que solo con su batuta pudo levantar el trofeo de campeón.
Las ofensivas son similares, con tacto, poder y velocidad; los atributos defensivos también, y, aunque no es significativa la diferencia, el pitcheo parece que es mejor del lado yumurino. Al margen de las predicciones, lo seguro es que presenciaremos un gran play off, en Sancti Spíritus, según anunció la Dirección Nacional, la cual informó, además, que no habrá refuerzo para la final.
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