Batear bajo presión es siempre harto difícil. Salir madero en ristre para enfrentar a un lanzador dominante –dueño de una curva grande o de una bola rápida que viaja a más de 90 millas– implica tener una gran concentración de la atención para discriminar los lanzamientos.
Esos son los atributos que debe poseer un jugador que sale del banco a reemplazar a un regular, especialmente en los capítulos finales del juego, con el marcador empatado o la potencial carrera de la victoria en base. Son los llamados emergentes, casi siempre olvidados, pero convertidos en héroes cuando deciden un partido con una conexión a tierra de nadie.
En nuestra 60 Serie Nacional han sido muchos hasta el momento, más de 200, los hombres que han salido a empuñar el bate por un compañero. Desafortunadamente, muy pocos han resultado efectivos, al extremo de que en una Serie donde se promedia 297, solo tres equipos alcanzan los 300 de average en esa función, y uno sobrepasa los 400.
Sin duda, el mentor santiaguero Eriberto Rosales ha tenido mucha suerte con sus bateadores sustitutos. Ha utilizado a 15, quienes, de conjunto, llevan conectados 20 jits en 46 veces oficiales al bate y average de 435, slugging de 630 y obp de 500, con dos líderes: Luis Gómez Leblanc, de 9-5, dos dobles y 556, acompañado por Osday Silva Hernández, 12-6 y 500.
El reverso de la medalla es el novel mentor avileño Yorelvis Charles, campeón olímpico en Atenas-2004, cuyos Tigres resultan muy mansos a la hora de pararse en el home en rol de emergentes, al extremo de solo promediar 167, con siete jits en 42 turnos al bate. Esta es una de las causas por las que un equipo de tradición ganadora anda fuera de la clasificación.
En total, los emergentes promedian para 244, producto de 170 imparables en 696 turnos, con 23 dobletes y diez jonrones.

















COMENTAR
Responder comentario