Matanzas.–Los partidarios de los Cocodrilos no pudieron esta vez hacer nada por los suyos. El llamado onceno jugador no estaba por el momento en el estadio Victoria de Girón, cuartel general de los yumurinos.
De todas formas, los aficionados tuvieron noticia de cómo el equipo de su preferencia, los actuales monarcas, cedían 15 anotaciones por 8 ante el blindado conjunto de Camagüey, en el partido inaugural de la Serie Nacional número 60. Unos ante el televisor hogareño y otros por la señal de la radio.
Ocurrió, en efecto, lo que se esperaba. Jugar a puertas cerradas ocupó la atención de todos. No era posible impedirlo. Se trata de un acontecimiento sin precedentes en nuestras series nacionales. Se extrañó la algarabía, el debate de la fanaticada y ese estruendo sonoro de las gradas que se escucha hasta bien lejos.
Hubo un enorme vacío. Ni en Matanzas ni en ningún otro escenario de juego los aficionados pudieron aplaudir in situ a sus peloteros ni someter a escrutinio la decisión del director o la pifia de un jugador, algo que sucede por lo general con expresiones que brindan colorido al desarrollo del desafío.
Jugar sin público es como ir a un baile sin música, soltó el otrora estelar primera base Felipe Sarduy. En mi época, hasta los juegos manigüeros se repletaban de gente, y los peloteros estaban pendientes del barullo; eso inspira, pero se sabe que existe una poderosa razón para que, al menos en este comienzo, las gradas permanezcan sin público.
El fogoso exlanzador Pedro Luis Lazo dijo que ojalá la vida permita bien pronto jugar a puertas abiertas. Comentó que nadie conoce mejor al pelotero que su público. Hay jugadores, como era mi caso, que se transforman, se crecen, cuando entran al terreno de juego y ven las gradas repletas.
Por lo visto, a casi todos les duele jugar así, pero nadie pone en duda la decisión. Tendremos que adaptarnos, verlo como un nuevo desafío, algo muy necesario para cuidar de la salud de todos, observó Miguel Borroto.
Otro mánager, Armando Ferrer, hizo notar que con las gradas vacías no es igual, pero las circunstancias obligan a que sea así, y cuidando a los atletas, entrenadores, árbitros y a los propios aficionados estamos protegiendo también el espectáculo, comentó.
Del pleito sabatino, acaparó la atención el estado actual del joven serpentinero Yosimar Cousín, quien sin presentarse del todo fino dio señales de madurez en el box. Tanto el entrenador Pedro Luis Lazo como el propio director, Miguel Borroto, señalaron que está más hecho como lanzador y esperan de él un excelente resultado.
Se agradece y mucho, el homenaje póstumo a Juan Castro, otrora receptor de los equipos pinareños y cubanos, y considerado como uno de los más grandes cátcher que ha pisado un terreno de pelota en Cuba.
Con agrado y justificado orgullo, la afición beisbolera en casa debió aplaudir la decisión de que dos trabajadores de la Salud, protagonistas de estos tiempos duros, asumieran el ejercicio de lanzar y batear la primera bola para dejar inaugurado el Campeonato.
A decir verdad, en este partido inicial también los Cocodrilos cumplieron con la promesa de su director Armando Ferrer de salir a dar pelea.



                        
                        
                        
                    














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AMC dijo:
1
14 de septiembre de 2020
19:00:37
Alexeys dijo:
2
14 de septiembre de 2020
20:24:47
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