La obra de Ramoncito es premiada por el judo cubano

No había cumplido los 16 años, cuando en la mañana de la Santa Ana de 1953 Cuba despertó con un asalto a su historia. Él había nacido en una cuna de clase media, sin las angustias de un país ahogado por el robo de sus riquezas, que se desvanecía entre la miseria y la muerte de sus hijos. Sin embargo, en su embrión venía una férrea animadversión ante la injusticia y la desigualdad.

Eso fue lo que encontró desde que llegó al mundo, porque así era la Isla en la que creció, de mucho para muy pocos y nada para muchos. Culto y aplicado en todos los niveles de enseñanza, llegó a la universidad para estudiar Arquitectura, pero entendió que era más importante levantar el edificio social, carcomido por tanto abuso, y dejó su carrera para adentrarse de lleno en la lucha.

José Ramón Rodríguez, o simplemente Ramoncito, comenzó su andar revolucionario con apenas 15 años, lo cual no fue óbice para asumir importantes responsabilidades. Creó y organizó la Federación Estudiantil de Centros de Enseñanza Privada, donde él decía que había que formar a la nueva generación. Fundó y dirigió la célula No. 8 de resistencia y acción del Movimiento 26 de Julio en La Habana, de la que fue su Capitán jefe. Esa condición de líder hizo que fuera uno de los jóvenes más perseguidos en la capital.

Sus compañeros, temiendo por su vida, le aconsejaron que marchara hacia la Sierra Maestra, pero su respuesta fue: «En este momento, mi deber está aquí, en la ciudad, donde todavía no se ha creado la debida conciencia revolucionaria».

Ramoncito, además, era un gran deportista. Alcanzó una altísima maestría en el judo, tanto que a los 17 años fue ascendido a cinturón negro, sin cumplir los 18 le concedieron el grado de primer dan y el segundo lo obtuvo una semana antes de que los asesinos de Fulgencio Batista, el jefe de la dictadura a la que combatió, le metieran un tiro en la nuca dentro de un carro de patrulla. Antes lo hirieron en la ingle, después de que, solo con sus conocimientos de artes marciales, redujo a dos de sus victimarios. Fue el propio jefe de la policía, el sanguinario Ventura Novo, quien lo remató para terminar la cacería de sus secuaces. El 11 de agosto de 1957, a seis días de cumplir los 20 años, su corazón dejó de latir.

Aunque también logró muy buenos resultados en el ajedrez, sus saberes sobre el tatami los volcó en la causa emancipadora, pues fue instructor de judo y de defensa personal en la Federación Estudiantil Universitaria, preparando así a sus compañeros para que pudieran combatir con éxito.

El municipio de Plaza de la Revolución lo erigió como patriota insigne del territorio y la antigua escuela La Salle, donde estudió, lleva su nombre, al igual que el torneo internacional de judo organizado por la Federación Cubana. Por ese certamen, en más de 40 años, ha pasado lo más selecto de ese deporte en el orbe, que supo entonces de la magnitud de aquel ser humano.

Por esa justa competitiva y por el desarrollo del movimiento deportivo, mediante su sistema de participación y la red de centros escolares especializados, la disciplina que practicó y enseñó José Ramón Rodríguez encumbró a Cuba en una verdadera constelación a nivel del planeta. Este pequeño país es el sexto mejor ubicado en la historia del judo en los Juegos Olímpicos, con 36 premios, de ellos seis de oro, 14 de plata y 16 de bronce; igual posición ocupa al sumar todos los medalleros de los campeonatos mundiales, en los cuales acumula 79 preseas (18-22-39). Todo ese abolengo ha sido escrito en los últimos 45 años.

Dos de sus mujeres, ganadoras en el torneo que honra la memoria de Ramoncito, están entre las ocho que tienen tres o más premios en las lides de los cinco aros, la guantanamera Driulis González, con cuatro, y la artemiseña Idalys Ortiz, con tres. La hazaña es aún mayor: la de la de Oriente solo ha sido igualada por un hombre, el británico nacionalizado francés Angelo Parisi, y superado por la japonesa Ryoko Tani, con cinco ceremonias de premiación. La historia que empezó a escribir aquel joven crecerá, pues Idalys es la gran favorita para vencer en Tokio.