Fueron horas de mucha tensión, un juego de pelota que a ratos puso los nervios de punta a millones de cubanos. Antillanos y estadounidenses llegaron a la jornada final invictos en nueve salidas y, al parecer, ambos equipos estaban dispuestos a no ceder.
Estaba en juego el título del Campeonato Mundial de Béisbol, con sede en República Dominicana, y todo hacía pensar que en Cuba nadie atendía los deberes de ese día para no perderse el partido.
En los barrios, los aficionados se las agenciaron para escuchar el esperado duelo. Un choque que ancló para la posteridad, también, por la narración del momento decisivo del gran Bobby Salamanca.
Fue el 26 de agosto de 1969 uno de los días más gloriosos de la pelota cubana. Una fecha que no olvidan tres protagonistas matanceros: Félix Isasi, Rigoberto Rosique y Gaspar el «Curro» Pérez, a quien Fidel llamó el Héroe de Quisqueya, al recibir a los campeones horas más tarde en Cuba.
Tres ases al tiro
El zurdo Larry Osborne fue el abridor por los yanquis. Dominó a su antojo a los cubanos durante siete entradas. Tenía un mundo en la recta y excelente control, según recuerdan los adversarios. Sus compañeros le dieron una de ventaja en el final del cuarto frente al criollo Roberto Valdés, quien dio paso a Santiago Mederos. Luego, entró en el quinto acto el «Curro» Pérez.
En la parte alta del octavo, Lázaro Pérez abrió con jit al derecho, Rodolfo Puente se sacrificó de pitcher a primera y Tony González salió a correr en segunda por el receptor cubano; era el empate. En una «desventurada» iniciativa, el director Servio Borges dejó batear al «Curro» Pérez, aun cuando tenía en el banco al menos un par de bateadores de mayores posibilidades.
«No era mal bateador. Me inicié en la receptoría y también me desempeñé en el campo corto y en tercera base, hasta que en 1964 me hice pitcher. En los entrenamientos me sacaban con frecuencia ante lanzadores de calidad. En el Mundial conecté seis imparables en 11 turnos. No fue casualidad, había confianza en mí», le confesó a Granma el «Curro» Pérez.
«Me emocioné tanto con aquel jit que ya en primera base no cogí la seña de toque de bola que le dieron a Félix Isasi. Por suerte, logré llegar a segunda y anoté por el imparable Rosique».
Otro yumurino, el intermedista Félix Isasi, también aportó a la victoria. Un pelotero completo, que lo hacía casi todo.
«Detrás de mí venía Rosique. Servio se dejó llevar por su instinto y me sacrificó, pese a que había un out. Quizá tuvo en cuenta que me estaban lanzando difícil y ya había fallado en tres ocasiones».
Se le ofreció la oportunidad a Rigoberto Rosique, bateador muy hábil y bravo en el cajón de bateo.
«Aquel hit fue el más importante de mi carrera. No era un bateador temible, aunque tenía muy buen tacto y solía dirigir bien la pelota. Al lanzador yanqui lo había observado desde que empezó a calentar; por eso le bateé avisado. Cuando levantaba la pierna de péndulo venía con curva y cuando iba con recta la movía rasante al box».
Fidel estuvo muy pendiente
Las intenciones de los estadounidenses por remontar la diferencia en el noveno fueron inútiles. Gaspar Pérez metió el brazo y retiró a los tres rivales por su orden, incluido el ponche a Larry Bubla, para sellar su cuarto éxito en el torneo y darle el título mundial a Cuba, con lo cual se agenció la condición de jugador más valioso de la lid.
La alegría por el triunfo no se disipó. A medio siglo del hecho, en la memoria del «Curro» perduran los más mínimos detalles del desafío.
«Ese choque concluyó en la madrugada, fue muy tenso. El país lo siguió con ansiedad, y tuvo instantes de mucha presión.
«Fidel estuvo pendiente y nos alentó siempre. Tuvimos amplias muestras de afecto de los dominicanos. Nos decían: ustedes pueden perder con cualquiera menos con los yanquis. Ese respaldo nos estimuló y fue vital en el triunfo. Ese día Quisqueya fue Cuba».
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maximo gonzalez dijo:
1
27 de agosto de 2019
08:10:12
AlfredoMS dijo:
2
27 de agosto de 2019
14:17:16
guisver dijo:
3
5 de septiembre de 2019
12:05:02
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