
Hace hoy 20 años que un equipo de la Major League Baseball (MLB) y otro de Cuba se midieron en el terreno, por segunda vez tras el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959.
El 28 de marzo de 1999, los Orioles de Baltimore enfrentaron a una selección de la Mayor de las Antillas en el Latinoamericano y el 3 de mayo los caribeños, bajo las luces del Oriole Park at Camden Yards, devolvían la visita.
Fue una gesta deportiva de eximio arte, con las jugadas de los Orioles, la partitura del concierto de pitcheo que interpretó el brazo derecho del pinareño José Ariel Contreras en el primero de los duelos, o el excelso acto del santiaguero Norge Luis Vera ante los bateadores de la urbe más poblada del Estado de Maryland.
El acontecimiento, definido por el Comandante en Jefe Fidel Castro como histórico, obligó a sortear no pocos obstáculos, entre ellos la pregunta de cuál sería el destino de los ingresos y su distribución; el bloqueo actuaba igual hace 20 años.
No cupo en nueve entradas el primer juego. Los visitantes marcaron dos en el segundo capítulo por el único jonrón del duelo, salido del bate del receptor Charles Johnson, que hizo saltar de la lomita a José Ibar. Jits del guantanamero Roberquis Videaux y de Omar Linares dieron el empate a la altura del octavo. En la décima, los dirigidos por Alfonso Urquiola ubicaron a dos corredores en los pasillos, pero Mike Fetters impidió que llegarán a home. Contreras, que permitió solo dos imparables y ponchó a diez, cedió la bola a Pedro Luis Lazo, y este permitió dos sencillos, uno de Harold Baines, que remolcó el triunfo por 3-2.
Veintitrés hombres se pararon en la caja de bateo (diez de los Orioles), pero fue el camagüeyano Luis Ulacia el mejor de todos, con tres jits en cuatro turnos. Fetters fue el ganador, Lazo el perdedor y Jesse Orozco lo salvó, al sacar los últimos tres outs.
Se jugaba la final de la Serie Nacional y el choque no incluyó a Industriales y Santiago de Cuba, pues el torneo más importante de casa no se detuvo y alcanzó tanto abolengo como el protagonizado por los famosos de Grandes Ligas. En el orden deportivo el reto pasó porque había que jugar con bates de madera y no con el de aluminio, usado en la Mayor de las Antillas por 20 años. En tres semanas los cubanos se adaptaron del metal a la madera.

O VAN TODOS O NO VA NINGUNO
Antes de salir al terreno de Baltimore hubo que ganar el juego más difícil. Industrialistas y santiagueros se incluyeron tras el final de la lid nacional y todo estaba listo para partir, pero… Se había pactado que las delegaciones viajaran en sus propios aviones, ¿y saben qué apareció?, la Ley Helms-Burton que, con solo tres añitos y cobijada por un gobierno demócrata, en virtud de su espurio articulado podía incautar los aviones. Para salvar los esfuerzos de la directiva de los Orioles, la que más promovió y defendió esos encuentros, Cuba contrató una aeronave canadiense, que costearon los de Baltimore y esa fue la respuesta a los destinos de los ingresos.
Otro «lanzamiento» fuera de zona puso en riesgo el segundo desafío: faltaba un tercio de las visas de la comitiva cubana. Fidel, el 4 de mayo, al recibir al equipo en la escalinata de la Universidad de La Habana, contó que se reunió con la delegación tras el combativo
desfile del 1ro. de mayo: «Vengo a despedir a una delegación que no sé todavía si va a viajar o no». Explicó lo que ocurría y afirmó: «O vamos todos o no va ninguno». La escalinata se estremeció por los aplausos. «Eso que ustedes están haciendo fue lo que hicieron, aplaudieron con una tremenda fuerza, todos los miembros de la delegación y todos los atletas», dijo y la casa de altos estudios volvió a llenarse de orgullo patrio.
Lluvia, granizo e intento de malograr la fiesta por parte de los que les duelen los éxitos de su propia Patria, hicieron detener el partido por más de 55 minutos. Escampó y el que pretendió el show extradeportivo se llevó la respuesta merecida del árbitro villaclareño César Valdés. Contreras abrió por Cuba, pero abandonó el montículo con tres permitidas en los dos primeros episodios. Los antillanos respondieron con cuatro en el segundo, dos en el tercero, una en el séptimo y cinco en el noveno, mientras Norge L. Vera en seis y dos tercios no permitió jit, hasta que Delino DesShields le dio jonrón, y Urquiola mandó a Ormari Romero a sacar los dos últimos outs y sellar la victoria por 12-6.
Danel Castro pegó cuatro imparables en cinco turnos, anotó cuatro y empujó dos; mientras Andy Morales (5-3, jonrón, tres impulsadas y una registrada); Omar Linares (4-4, fletó una y pisó el home en otra ocasión), y Ariel Pestano (5-3 y una anotada) también brillaron en la jornada. Ganó Vera y perdió Scott Kamieniecki. Baltimore vitoreó la calidad de la pelota cubana.
¿A los peloteros cubanos no les gustaría jugar en Grandes Ligas? «Claro que sí, lo que no entendemos es por qué para hacerlo tenemos que arriesgar nuestras vidas, renunciar a nuestro país, a nuestras familias. Tengo bien claro que eso es injusto», respondió en conferencia de prensa Luis Ulacia. Donald Trump, al pisotear el también histórico acuerdo entre MLB y la Federación Cubana del pasado 19 de diciembre, recibió la misma respuesta.
Aquel 4 de mayo Fidel afirmó: «No podemos olvidar jamás a esos antiguos deportistas. No podemos darles los millones que les ofrecían los scouts, pero bien podemos darles todo el reconocimiento del mundo, todos los honores que se merecen y todas las satisfacciones materiales que necesiten. Las que necesiten, que no significa ambición de riquezas, no; pero serán siempre recordados, y en la medida en que el país mejore su situación económica, irá mejorando prioritariamente también la vida de esos atletas que tanto hicieron por su país y a quienes nadie pudo comprar por ningún dinero». El pasado 22 de abril, en el balance de trabajo del Inder, el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel tendía ese puente que explica por qué somos continuidad: «… hay que elevar su atención por lo que ellos representan, por su ejemplo y porque se mantienen a nuestro lado en la batalla diaria. No se trata solo de lo material, sino muchas veces de lo afectivo y sentimental».
Fidel despidió así a los peloteros: «Qué mejor lugar para homenajear a nuestros heroicos atletas que esta escalinata universitaria donde tantas páginas se han escrito en la historia de nuestro país; aquí junto al Alma Máter, en esta universidad de Mella y de José Antonio Echeverría, en esta universidad de tantos combatientes heroicos. Qué lugar más simbólico que este para que ellos vengan a traer su bandera y depositarla. Si me admiten los que tengan que tomar la decisión una proposición, propongo que esta bandera se conserve en esta colina universitaria». Y allí está ese pabellón victorioso.

















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Luglio72 dijo:
1
3 de mayo de 2019
10:27:35
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