
Las Tunas.–Su físico fue la primera condición para llegar al boxeo. Según cuenta el joven de 22 años y peso completo Carlos Castillo (más de 91 kg), esas potencialidades se vislumbraban desde que era un niño, en su natal Granma, aunque su llegada a La Habana marcó el giro fundamental.
«Soy nacido y criado en Granma y allí me acerqué al boxeo. Por la estatura y las condiciones físicas me captaron para la Escuela Nacional, aunque en aquel entonces no era muy bueno sobre el ring. Ya en la escuela comencé a pulir la técnica y a crecer. De esa manera, con preparación y mucho trabajo, ascendí al equipo nacional, donde la preparación es muy fuerte, requiere disciplina y trabajar con entrega».
Muchos ven en este muchacho a un futuro campeón, y Carlos se siente agradecido, en especial con Rogelio Marín, el entrenador que según él lo descubrió y le dio la oportunidad de subir. Sin embargo, ser alumno del reconocido Juan Hernández Sierra ha sido para él un privilegio.
«Trabajar con Sierra es algo muy valioso. Aprendo de él todos los días, por su exigencia, y me transmite sus propias experiencias como boxeador. También me inspiro en otros grandes como Teófilo Stevenson, he visto sus peleas, es una leyenda y se puede aprender mucho de él».
Más de 91 kilogramos es una división que, al decir de Castillo, goza hoy de equilibrio entre sus principales figuras. «Somos cuatro los más conocidos, contando a José Ángel Larduet, Dainier Pero y Yoandry Toirac. El año pasado en la Copa Teófilo Stevenson (ahora compite en este mismo evento) me enfrenté a Pero y fue una pelea muy pareja. De hecho, ahí comenzaron a verme en serio y me llevaron al equipo nacional».
Es largo aún el camino que le queda por delante a este púgil; no obstante, concentra su atención para seguir creciendo.
«Estoy trabajando mucho en la técnica, en la larga distancia, en la parada de combate, los golpes rectos. Tengo una buena pegada, pero con eso no basta».

















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