Nadie pensó que eso pudiera suceder. Desde sus inicios, en la segunda mitad del siglo XIX, el béisbol había sido siempre un juego duro, difícil, con tantas reglas como páginas tiene una novela. Y al mismo tiempo, limpio en su concepción, sin trucos ni trampas. Por esa razón causó una enorme conmoción cuando se supo la triste verdad: ocho jugadores de los Medias Blancas de Chicago vendieron por dinero la Serie Mundial de 1919.
Todo comenzó cuando el primera base Chick Gandil se puso en contacto con elementos de la mafia. Un conocido gánster llamado Arnold Rothstein fue el hombre que suministró los 100 000 dólares que eran el arreglo para repartir entre los peloteros complotados: los lanzadores abridores Eddie Cicotte y Lefty Williams, los jardineros Joe «Descalzo» Jackson y Oscar Felsch, el torpedero Charles Risberg, el tercera base Buck Weaver, el utility de cuadro Fred McMullin y Gandil. Un dato adicional: Rothstein fue ultimado a balazos el 4 de noviembre de 1928 en el hotel donde había celebrado una partida de póker de la que salió con grandes pérdidas.
De entre todos sobresalían dos con números suficientes como para entrar en el Salón de la Fama de Cooperstown, Cicotte y Jackson. Eddie Cicotte es acreditado como uno de los inventores del lanzamiento de nudillos y era el primer pitcher del Chicago con una temporada de 29 victorias, 12 derrotas y 1,78 de pcl en ese 1919. En total ganó 209 partidos en su carrera, con 2,38 de promedio de limpias.
Jackson fue uno de los mejores bateadores naturales de la historia, al extremo de que dos luminarias como Babe Ruth y Ty Cobb hicieron elogios de su forma de batear. Ruth confesó: «modelé mi forma de bateo tomando como ejemplo a Jackson», y Cobb aseguró que «él es el más grande bateador natural que he visto en mi vida».
En 1911, su primer año de novato, promedió 408 con un total de 233 jits y en su año de despedida, 1920, su average fue de 382. En total promedió 356 de por vida, tercero de todos los tiempos, y solo se ponchó en 223 ocasiones durante casi 5 000 veces al bate.
LA SERIE
Los Medias Blancas habían ganado el título en la Serie Mundial de 1917 y llegaban a la de 1919 en calidad de favoritos ante los Rojos de Cincinatti, pero desde antes de comenzar ya existían rumores entre los apostadores de que algo se estaba tramando y las apuestas empezaron a inclinarse del lado de los Rojos.
El 1ro. de octubre de 1919 comenzó la Serie pactada a nueve juegos y el abridor por Chicago, Eddie Cicotte, le pegó un pelotazo al segundo lanzamiento al primer bate de Cincinatti, Morrie Rath, lo cual era la señal de que el arreglo estaba en marcha. Ese choque se perdió 1-9, al igual que el segundo, 2-4. Tres partidos más tarde el cotejo estaba claramente a favor de los Rojos cuatro juegos por uno.
Fue ahí cuando los ocho complotados dieron marcha atrás, pues los pagos prometidos no habían llegado en su totalidad. Al no cumplir los apostadores con ellos, decidieron salir a ganar y se llevaron el gato al agua en los choques sexto y séptimo, poniendo el marcador cuatro juegos a tres, a uno del empate.
La noche antes del octavo juego, el 8 de octubre, el lanzador Lefty Williams recibió una misteriosa visita que le recomendó perder el decisivo encuentro, por su bien y la buena salud de su esposa. El aviso, como era de esperarse, surtió efecto, pues la tarde siguiente Chicago volvió a jugar mal y los Rojos de Cincinatti ganaron el título de la Serie Mundial con marcador de diez carreras por cinco.
Para nuestro país lo más significativo fue la presencia del lanzador cubano Adolfo Luque con los Rojos de Cincinatti como relevo en dos partidos. En total, Luque lanzó cinco entradas sin aceptar anotaciones, con un jit permitido, cero bases y seis ponches.
No fue hasta entrado el 1920 que un Gran Jurado resultó convocado para esclarecer lo acontecido un año atrás. Cicotte y Jackson confesaron haber recibido dinero de los apostadores pero, previo al juicio, las evidencias se perdieron en la corte de Cook County y, al final, todos los jugadores fueron absueltos.
El daño a la credibilidad del deporte era muy grande. Los dueños de equipos se vieron obligados a crear la Oficina del Comisionado de Béisbol de las Grandes Ligas y a nombrar al juez Kenesaw Mountain Landis como su primer jefe. Landis no tuvo en cuenta para nada la decisión del Gran Jurado y dictó su propia sentencia: «Independientemente del veredicto del jurado, un jugador que arregle un juego de pelota, que acometa o se comprometa a arreglar un juego de pelota, un jugador que se sienta en confianza con un montón de apostadores y jugadores corruptos, donde los medios de arreglar un juego se discutan y no acuda con prontitud a denunciar a su club sobre este arreglo, nunca jugará béisbol profesional».
Con esta declaración de Landis los ocho peloteros del Chicago White Sox implicados en el arreglo fueron separados de por vida del béisbol. Jamás volvieron a jugar, a pesar de los alegatos a favor del «Descalso» Jackson, cuya popularidad por lo estelar de su juego (en la Serie bateó 375 con cinco asistencias y 30 jugadas sin error) provocó reacciones a favor de su supuesta inocencia.

¿POR QUÉ SE VENDIERON LOS JUGADORES?
Toda la prensa de la época hizo hincapié en que los Medias Blancas no eran un equipo sino dos. En el primero se agrupaban los jugadores de mayor nivel cultural. Liderados por el estelar segunda base, miembro del Salón de la Fama, Eddie Collins, un graduado de la Universidad de Columbia, junto al receptor Ray Schalk y el lanzador Red Faber.
La otra cara de la moneda eran los peloteros peor pagados, liderados por la verdadera estrella del equipo, el jardinero Joe Jackson, un analfabeto que aprendió a escribir su nombre ayudado por su esposa, junto a Chick Gandil, quien fue el hombre que hizo contacto con los apostadores.
Esto creaba también un problema de orden económico. Mientras Collins ganaba al año 14 000 dólares (cifra respetable en aquella época) el salario del resto de sus compañeros oscilaba entre 3 000 y 6 000, en muchos casos menos de la mitad, lo cual ocasionaba fricciones y que casi no se hablaran durante el juego.
CHARLES COMISKEY
Para muchos de los especialistas al tanto de las realidades del equipo, el principal culpable de lo acontecido fue Charles Comiskey, oriundo de Chicago, expelotero durante 12 años, posteriormente director de equipo y finalmente dueño de los Medias Blancas durante 30 años. Célebre por su tacañería, además de abonar salarios más bajos que los del resto de los equipos, Comiskey se negó a pagar por la limpieza de los uniformes y, cuando no hubo más remedio que echarlos a lavar, les descontó el precio a los jugadores.
Ese mismo año le había prometido a su lanzador estrella, Cicotte, que le daría un bono por 10 000 pesos si ganaba 30 juegos. A dos semanas de terminar la contienda Cicotte acumulaba 29 victorias y fue ahí cuando Comiskey le ordenó al mentor del equipo, Kid Gleason, que lo sentara en el banquillo y no le diera más oportunidades de abrir, debido a la cercanía de la Serie Mundial. Por supuesto, no le pagó ni un centavo a Cicotte.
Si todo esto es cierto, no lo es menos que, según afirman varios cronistas de béisbol, el escándalo relatado muestra el reflejo de una sociedad sometida a durísimas condiciones laborales, la codicia y las apuestas deportivas, las cuales crearían la primera crisis de identidad en el pasatiempo favorito de los norteamericanos, que habían visto en el béisbol una manera de escapar de su dura vida cotidiana.
Fuentes: www.wikipedia.con, www.marca.com, www.ESPN deportes.com

















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Anibal García dijo:
1
28 de febrero de 2019
23:21:44
jorgiño dijo:
2
1 de marzo de 2019
07:39:55
Jose Angel dijo:
3
1 de marzo de 2019
09:15:13
REY dijo:
4
1 de marzo de 2019
09:54:07
Rodo Respondió:
1 de marzo de 2019
15:28:03
Omar Fernandez dijo:
5
1 de marzo de 2019
10:07:19
Me encanta Barbara Eden dijo:
6
1 de marzo de 2019
11:25:31
Isidro callejas garcia dijo:
7
1 de marzo de 2019
16:00:37
Armando Rodriguez dijo:
8
1 de marzo de 2019
18:54:19
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