BAYAMO.— Si se pregunta por Reniel Salcedo en el Mártires de Barbados, muy pocos sabrán de quién se trata, pero cuando se menciona a «Salsa», entonces todo el mundo sabe que es el carga bates de los Alazanes de Granma, los monarcas defensores de la pelota cubana.

«Salsa» es un manojo de nervios durante los partidos. Se mueve de un lugar a otro, aplaude con las manos abiertas al máximo para genera el mayor ruido posible, hace ejercicios y, en ocasiones, da la impresión de que en cualquier momento tomará un madero para descargar tensiones en el plato.
Granmense de pura cepa, natural de Campechuela, Salcedo no dice su edad, pero sí asegura que lleva más de dos décadas en los terrenos de las series nacionales.
Además, no duda que la presente versión de los Alazanes es la mejor de la historia, y por eso «vamos a levantar la final».
«Ellos batean, sí, y nosotros también. Aquí estos juegos son como en un campo minado, cuando te equivocas explotas. Pero recuerda, ahora es que se va a poner bueno», nos dijo «Salsa» al pie del campo, pletórico por la primera victoria del cuadro granmense en la discusión de la corona contra los Leñadores tuneros.

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Como una exhalación, Alfredo Despaigne salió corriendo a defender el bosque izquierdo al inicio del tercer partido final. Con paso firme, dejando huellas, las típicas huellas de un mastodonte de más de 250 libras, el 54 de los Alazanes, el 54 de Cuba, se plantó en su posición de antaño y levantó al público en las gradas.
En la soledad de las praderas, Despaigne hizo de todo, desde cuclillas hasta carreras continuas para adaptarse a un sitio en el que no se ubicaba hace mucho tiempo. Él sabía que en algún momento soltarían un bombazo por ahí, y debía estar listo.
Pero la suerte no lo acompañó. La primera bola bateada al bosque izquierdo no fue un elevado sencillo ni un roletazo que llegó pidiendo la hora a las profundidades, sino que se trató de una fuerte línea de Yunior Paumier. De manera poco ortodoxa, Despaigne se lanzó y capturó la bola en la mejor jugada defensiva de la noche.
«Se me metió en las luces», dijo sonriente de camino al dogout, un poco justificando su estilo barroco de fildear, muy propio de un hombre que toda una temporada en el béisbol japonés vio acción mayormente en el turno de designado.
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«¿Me voy con un 33 o un 34?», preguntaba Lázaro Cedeño por el madero a escoger frente a la batera de los Alazanes, poco antes de su primer turno ofensivo. Luego de que media humanidad reclamara su presencia en el lineup granmense, finalmente Carlos Martí lo colocó, aprovechando el efecto dominó de la titularidad de Despaigne en el izquierdo.
Al final, Cedeño se fue con un 33 hasta el plato y soltó una línea quemada que impulsó la tercera carrera de los anfitriones en el capítulo de apertura. Después, cambió de madero, pero repitió la fórmula y volvió a remolcar, gasto con el cual ya justificaba su presencia en el orden granmense.
A la postre, Cedeño fue uno de los que tendió la trampa a los lanzadores de la novena verdirroja, quienes pisaron en falso y se encontraron las cargas de dinamita escondidas por la tanda de los Alazanes. Con furia, pasaron nueve veces por la registradora en un tercio, amparados en la velocidad de Roel Santos, la oportunidad de Raúl González y la maestría de Despaigne, autor de un elevado de sacrificio cuando estaba más cerca del ponche que de cualquier contacto.
Para colmo, la defensa tunera no actuó como zapadora y tampoco detectó las trampas al cometer cuatro errores que hundieron un poco más a sus serpentineros.

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Alain Sánchez no es muy dado a los gestos. En la lomita exterioriza muy poco lo que siente, se traga durante casi todo el partido las emociones hasta que en algún momento, a veces, revienta.
Contra los Leñadores, él y todo el cuerpo de dirección de Granma no querían escuchar ninguna palabra parecida o relacionada con reventar o explotar, porque en los dos primeros pleitos de la final, Lázaro Blanco y Ulfrido García habían justamente volado por los aires, castigados por un hostil contrario.

Ahora Sánchez estuvo cerca del volcán y hasta se quemó en un primer inning de peligro, pero corrigió el rumbo y, gracias a la ventaja que le regalaron, trabajó con cierta tranquilidad hasta el séptimo round, un respiro para Carlos Martí.
Sin embargo, merodeó el campo minado, como su relevista, Raidel Martínez, a quien las rectas de humo le alcanzaron para sellar el primer triunfo de los Alazanes en medio de una emboscada de los Leñadores que no llegó a concretarse.
Al margen del despertar ofensivo, para los Alazanes fue crucial también la faena de Alain Sánchez, quien a pesar de no esbozar un dominio hermético, consiguió caminar hasta el séptimo episodio, algo a lo que ningún abridor se acercó en los dos primeros choques.
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ANOTACIÓN POR ENTRADAS |
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MÁRTIRES DE BARBADOS |
C |
H |
E |
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LTU |
200 200 110 |
6 |
13 |
4 |
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GRA |
612 000 01x |
10 |
17 |
0 |
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G: Alaín Sánchez (12-7). P: Vladimir Baños (3-4). Jrs: Raúl González, Rafael Viñales, Danel Castro y Yordanis Alarcón. |
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Willy_sabor dijo:
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24 de enero de 2018
05:29:07
Yero dijo:
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24 de enero de 2018
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Luis German Gonzalez Santiesteban dijo:
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06:42:02
Salustiano dijo:
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anabel dijo:
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Victor dijo:
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ALiens dijo:
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Alejandro dijo:
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Maikel José dijo:
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Eduardo dijo:
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yordanqui dijo:
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Angel UDG dijo:
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24 de enero de 2018
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