ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Lescay (centro) logró un sobresaliente tiempo volante en el cierre del 4X400 de Río de Janeiro. Foto: Ricardo López Hevia

De los pocos episodios agradables del atletismo cu­ba­no en los Juegos de Río de Janeiro, uno de los me­nos abordados ha sido el de las faenas individuales de los integrantes del relevo 4x400.

Al evaluar en estas páginas las actuaciones olímpicas del sector varonil fue colocado en su indiscutible lugar cimero el registro de 2:59.53, equivalente a 1 199 puntos en las tablas de puntuación de la Asociación Internacional de Fe­de­ra­ciones de Atletismo (IAAF).

Se comprobó que distaba 40 centésimas del récord nacional de hace 24 años, el 2:59.13 de las semifinales barcelonesas cuantificado en 1 205, solo seis puntos superior. Permitió también meditar sobre los contrasentidos entre actuaciones.

Barcelona 1992 constituyó un hito en el 4x400 por reportar un resplandeciente metal plateado, con crono final de 2:59.51. O sea, fue casi un rendimiento idéntico al que reportó el sexto escaño en el estadio carioca. Y pudo ser más atrás, pues no olvidar las fortuitas descalificaciones previas de Trinidad y Tobago y Gran Bretaña, tercero y cuarto en Londres 2012 y más reciente plata y bronce mundialistas en Beijing 2015.

También fue elogiado aquí el tiempo de 3:00.16 de la cuarteta larga cubana en preliminares, pues su valor de 1 190 significó la segunda mejor actuación en Río, valorada igual en puntuación que la también colectiva del 4x100 varonil (38.47 en semis, puesto 13) y la mejor individual de 8 460 en decatlón a cargo de Leonel Suárez con otro meritorio sexto lugar olímpico.

En el recuadro publicado ediciones atrás en Granma, se ofrecieron los tiempos parciales de cada miembro del relevo: Collazo 45.8; Chacón 44.7; Pellicier 45.33 y Lescay 43.60. No obstante el logro colectivo, los aportes individuales tienen mucho que ver.

El primer corredor en los relevos parte desde los bloques de arrancada al sonido del disparo del juez. Los otros tres reciben el batón o estafeta en movimiento. Actualmente se realiza con bastante exactitud el desglose de los tiempos parciales. Los cronos de quienes reciben en movimiento se de­nominan tiempos volantes.

Una zona de 20 metros delimita el cambio de batón. En el 4x400 el movimiento tiene que producirse completo dentro de esa zona para no ser descalificado, como les pasó a los cubanos en el mes de mayo en el mismo escenario cuando perdieron el título iberoamericano.

La introducción didáctica sobre la prueba se relaciona con la curiosidad de los lectores referida al sobresaliente tiempo volante de 43.60 cronometrado por Yoandys Lescay en la final del 4x400.

Y no se trata solo de un formidable rendimiento. Fue el mejor de todos los participantes en las rondas y la final de relevos de los Juegos Olímpicos 2016. En ellas intervino la mayoría de los finalistas individuales, incluido el bronce estadounidense Lashawn Merritt, aunque no el sudafricano  Wayde van Niekerk y el granadino Kirani James, descomunales por sí solos, pero sin equipos clasificados a representar.

Yoandys había llegado hasta semifinales de los 400 metros individuales con marca personal de 45.00. En el relevo, la salida en movimiento unida a su fogoso desempeño en pos de una buena posición colectiva lo condujo a cronometrar  el 43.60 tope en Río.

Dicho registro no es récord (no se lleva) ni el mejor de la historia, mas resulta impresionante su nivel cualitativo al comparar. Se pueden contar con los dedos de la mano quienes han cerrado a esa velocidad en las cuatro anteriores finales olímpicas.

Nadie lo hizo en Londres 2012. Jeremy Wariner (43.18) y Denis Alekseiev (43.56), finalistas del oro estadounidense y el bronce ruso en Beijing 2008 lo hicieron allí. Nadie en Atenas 2004 ni en Sydney 2000. En toda esa etapa apenas otros cinco entre un centenar lo consiguieron en algún otro tramo volante, no mencionados para no aburrir con datos.

Por Cuba, medimos al atleta de Las Tunas con el matancero Roberto Hernández, recordista cubano (44.14) en la  vuelta al óvalo y su antecesor santiaguero Alberto Juan­torena (44.26).

Hernández cronometró 44.4 persiguiendo al británico John Regis, al que apoteósicamente rebasó a 50 metros de la meta para adjudicarse el subtítulo olímpico.

En Roma 1987, mundial en el que se logró la segunda mejor marca cubana (2:59.16) y también la segunda mejor actuación histórica (bronce), Hernández cerró con 43.88. Por su parte, Juantorena culminó con 44.7 el séptimo lugar del relevo en Montreal 1976.

Claro que el «Elegante de las pistas» estaba cansado en esa última faena después de un montón de carreras para su histórico doblón dorado en 800 y 400. Recordemos aquel relevo de 1982 en el Pedro Marrero donde dio alcance y desbordó al último jamaicano para conquistar la lid de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Aunque no quedó registrado cuán rápido corrió, el mo­mento será inolvidable por su emotividad.

Lo que sí consta es el 43.60 de Lescay, digno de todas las congratulaciones.

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Angel Hernandez dijo:

1

11 de noviembre de 2016

15:00:46


Juantorena 43.7 en la Copa del Mundo de 1977

carlos dijo:

2

11 de noviembre de 2016

17:19:38


! Después de tantos años correindo ahora el Ahora Collazo de William se escribe con Y!