Desde la calle 12, en las profundidades del municipio capitalino de San Miguel del Padrón, se divisa un terreno, inmenso, enorme, con las dimensiones de los estadios cabeceras de cualquier provincia en el país. Los laterales son espaciosos también, desde las líneas de foul hasta unos muros bajos que marcan los límites del parque.
Cuentan que allí se jugaron series provinciales con «todas las de la ley», al duro, y el diamante lleno de muchas luminarias del béisbol capitalino que luchaban por dejar una buena impresión para ganarse un puesto en la Nacional, vistiendo la franela de Industriales o Metropolitanos.
«Allá por la década de los 80 pasé una vez por San Miguel del Padrón y me quedé maravillado con un terreno de pelota que hay allí, el llamado terreno o estadio de La Curva. El pasto aquel estaba mejor que el del Latino, inmejorable, verde, parejito», nos comenta Enrique en la web de nuestro diario.

PERDIDOS EN «LA CURVA»
Lamentablemente, esos tiempos a los que Enrique hace referencia, han pasado. La imagen del Combinado Deportivo Juan Antonio «Bobby» Salamanca, popularmente conocido como el estadio de «La Curva», es hoy tan solo un fantasma de lo que en algún momento fue. La hierba, vetusta, crece en los jardines y hasta en la media luna, que pronto de-saparecerá si no llegan las máquinas de chapear o los machetes.
Los dogouts son verdaderas cuevas, oscuras, sucias. En los alrededores varios muchachos juegan fútbol. Ya pasadas las tres de la tarde nadie ha hecho todavía un swing, ni se ha tirado una pelota en un espacio eminentemente beisbolero, donde se curtieron jonroneros, torpederos de finas manos y lanzadores de quirúrgica precisión.
«Nosotros entrenamos aquí las categorías inferiores del municipio, hasta el Sub-15, pero cuesta un mundo por las condiciones del terreno. No podemos dejar que esto pare, necesitamos que los muchachos se mantengan jugando», nos comenta Ariel Guanche Fernández, profesor de pelota en San Miguel del Padrón.
Desde hace más de 20 años se le ve por estos lares, y él, observador y testigo de primera mano, nos cuenta cómo ha cambiado el panorama con el paso de las décadas. «Esta era una plaza gigante dedicada al deporte, no solo al béisbol, sino también con terrenos de fútbol, canchas de voleibol y balonmano, pero entonces aparecieron asentamientos poblacionales improvisados que han crecido y crecido justo donde se encontraban esos espacios», revela.
Según Guanche, y un buen grupo de muchachos que ya se alistan para entrenar, esos «barrios» surgidos hace poco tiempo han crecido paulatinamente, hasta llegar a los mismos límites del estadio de pelota. «El terreno se ha convertido en lugar de pasto para caballos, corren en motos, bicicletas. En sentido general, hay mucha indisciplina, porque los que allí viven caminan en medio de los entrenamientos y el parque es casi como el patio trasero de sus viviendas», explica el preparador.
Pero más allá de este hándicap, ¿qué cuidados se le dan al terreno? ¿Desde cuándo no se le «pasa la mano»? ¿Cuáles son los recursos disponibles para mantener un escenario en condiciones mínimas a fin de entrenar y jugar?
Ante estas interrogantes, el silencio hace acto de presencia. Ariel Guanche, a quien todos conocen como «El zurdo», y los muchachos allí presentes no tienen respuestas. «Aquí todo lo hacen los padres junto a nosotros, si hace falta chapear o cualquier otra cosa. Las autoridades del deporte han contribuido con algunos implementos, pero del mantenimiento del terreno, nada».

ENCRUCIJADA HASTA VERACRUZ
«La Curva» tiene fama, como todo gran complejo deportivo que en algún momento era una joya para la práctica de varias disciplinas. Sin embargo, no es el único diamante de San Miguel del Padrón que ha visto dar sus primeros pasos a grandes jugadores cubanos.
También en las entrañas del municipio capitalino, metido entre un barrio de edificios, encontramos el terreno de Veracruz, un espacio rústico que guarda solo pequeñas semejanzas con un parque beisbolero tradicional.
«Aquí se iba a hacer un edificio, pero por debajo pasa un río y entonces no existían las condiciones para continuar con esa obra. Así surge la idea de nivelar el terreno y creamos este espacio, hace muchos años», nos cuenta Camilo Lorenzo, entrenador, apasionado de la pelota y también compañero de «El zurdo» en la enseñanza de los más pequeños del territorio.
El terreno de Veracruz no es un terreno en sí. Más bien se trata de una parcela, sin límites, que con el paso del tiempo ha tomado la forma del diamante beisbolero, rodeado por yerbas donde pastan caballos y un vertedero de basura que inquieta a los padres testigos de los entrenamientos, como Maribel Rivas, madre de Rodney Acuña, muchacho de siete años que da sus primeros pasos en el deporte de las bolas y los strikes.
«Todo aquí lo hacemos nosotros, pero para solucionar cualquier cosa, por pequeña que sea, son papeles y papeles, y se nos convierte la vida en una burocracia. Sin embargo, no dejamos de jugar pelota, y nos mantenemos en acción», asegura Camilo Lorenzo, quien nos repasa brevemente cómo creció todo lo que vemos.
«Estos dogouts improvisados, para guarecernos del sol, la lluvia, y guardar los implementos, son fruto de la ayuda de los padres. Uno trae un bloque, otro una cabilla, una teja, cemento, y así construimos todo. Y el terreno lo chapeamos nosotros, no viene nadie, no mandan una máquina, es solo por lo que podemos conseguir en el colectivo», añade Camilo, quien no cesa de dar instrucciones a sus alumnos.
De cerca otros escuchan, se suman al diálogo y descubren detalles de la práctica de la pelota en edades tempranas. «El béisbol es el deporte nacional y el deseo es ver a nuestros jugadores triunfar. Tal vez es mi hijo, u otro muchacho, pero nosotros siempre vamos a aplaudir y apoyar a cualquiera de ellos, porque son el orgullo de un país, de un pueblo», reflexiona Ransel Pacheco, padre de Christian Yosvany (nueve años).
INTEGRACIÓN Y SACRIFICIO: EL CAMINO A SEGUIR
Después de más de cuatro horas dando vueltas por San Miguel del Padrón, luego de intercambios con padres, entrenadores y niños en pequeñas e improvisadas peñas de debate, no tengo ninguna duda de la voluntad, el espíritu de sacrificio y los deseos de ver el renacer del béisbol cubano.
Los recursos son importantes. Sin embargo, variantes existen en el horizonte, y el ejemplo lo encontramos cruzando la ciudad hasta su epicentro, en Plaza de la Revolución, donde se enclava uno de los estadios de referencia de la urbe: el 50 Aniversario.
Popularmente conocido como DESA y actualmente propiedad del Ministerio del Interior, el diamante aparece reluciente frente a los ojos visitantes, moldeado por la mano del otrora estelar lanzador capitalino Lázaro de la Torre, acompañado por Fidel García, también inicialista de Series Nacionales con los potentes conjuntos santiagueros.
«Llegué aquí hace siete años. Me plantearon que se iba a hacer un espacio comunitario, y dije que no podíamos perder otro terreno de béisbol. Ellos invirtieron con materiales para reconstruir, porque esto era un antro de perdición, hasta se hacían peleas de perros», recuerda De la Torre.
«Mantenerlo ahora es fácil, pero costó mucho cuando empezamos. En todos los municipios hay empresas, y si entre todas se unen pueden dar apoyo a las instalaciones deportivas, al menos en el inicio, porque insisto, el mantenimiento posterior es más sencillo, siempre y cuando primen el sacrificio y la disciplina», añade el Caballo de Hierro de la capital, como le conocían en sus tiempos de lanzador.
«Somos mecánicos, electricistas, constructores, plomeros. Y esto lo mantenemos por la dedicación; aquí nadie puede subir un pie en la pared, ni entrar con botellas, yo cuido esto como la mujer mía, mientras esté vivo tendremos buenas condiciones», precisa el experimentado del box.
La integración y las alianzas entre organismos e instituciones estatales pueden actuar de pívot en una sociedad como la nuestra. Es una fórmula para enfrentar la carencia que ha arruinado estos escenarios, y un antídoto contra el inmovilismo en el que se sumergen las áreas deportivas de donde han de brotar los campeones.
En otras palabras, se requiere de una estrategia en la cual las autoridades deportivas tengan el papel rector. En Cuba nos pueden faltar muchas cosas, pero jamás podemos plantearnos la opción de parar. De esa manera solo terminaríamos por frustrar los sueños de la juventud y la propia esencia del béisbol, deporte que forma parte indiscutible de nuestra cultura e identidad nacional.


                        
                        
                        
                    














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luis dijo:
1
21 de octubre de 2016
03:19:12
vecino dijo:
2
21 de octubre de 2016
09:37:08
Carlos Manuel dijo:
3
21 de octubre de 2016
09:43:16
Rafael Rodriguez dijo:
4
21 de octubre de 2016
11:24:23
Pelotero dijo:
5
21 de octubre de 2016
16:15:56
enrique15 dijo:
6
24 de octubre de 2016
08:10:04
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