ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Lenier Savón pudiera estrenarse con preseas en las tres pruebas en las que incursionará. Foto: Ricardo López Hevia

Primo de Félix y Erislandy Sa­vón, Lenier Savón (categoría T-12 de atletas discapacitados), debía por fuerza mayor, dedicarse a la actividad del músculo.

Eso sí, des­de pe­queño su madre en Guan­tánamo le dijo que contaría con su apoyo en cualquier disciplina me­nos para el boxeo.

Tardíamente, a la edad de 16 años, Lenier comenzó en el atletismo, en la modalidad de salto de longitud. Hoy Savón, de 26 abriles y desde el 2012 en la preselección nacional bajo la égida de Miriam Ferrer, es una de las principales cartas de triunfo antillana de cara al Mundial de Discapacitados en Doha, Catar, con vital importancia en el proceso de homologación de marcas paralímpicas rumbo a Río de Janeiro 2016.

“Mido 1.65 metros y peso 61 kg. Mis potencialidades se concentran en la explosividad. En mis inicios los profesores se asombraron, pues a pesar de tener las extremidades cortas, era muy rápido y llegaba lejos saltando”. En los Juegos Parapana­mericanos de Toronto Lenier ancló segundo en longitud con estirón de 6.62 metros, solo superado por el estadounidense y recordista continental Elexis Gillette (6.73).

Su redención la halló en los 100 y los 200 metros, donde sus marcas no fueron homologadas por contar con viento favorable superior a los 2 m/s. Aún así, lanzó la cla­rinada a sus contrincantes, especialmente al irlandés y plusmarquista universal de los 100, Jason Smyth (10.46 segundos). Savón reinó en el hectómetro de Toronto con 10.61, y logró 22.06 en el doble del trazado.

“Lenier es muy parejo en las dos distancias. Esta temporada se le ha visto bien, tendrá que batirse duro con el irlandés Smyth, pero tiene una explosividad envidiable y unos primeros 50 metros de carrera contundentes”, expresó sobre su pupilo, Ferrer.

“Hemos trabajado sobre el ritmo en la segunda mitad, me siento más parejo, aunque la reacción al disparo en la arrancada, derivada de mi explosividad, y los 50 metros iniciales, son mis mayores argumentos. Prefiero los 100, me gusta tener la visión de todos los contrarios a mi lado en el bloque, genera más adrenalina. Técnicamente aún debo mejorar el braceo con mi lado izquierdo, no meterlo hacia adentro, es un rezago que tengo del sal­to de longitud. Sin embargo, en To­ronto no lo hice.”

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