ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ismael Francisco

Definitivamente al ciclismo cubano no le fue mejor en el Panamericano de pista, recién concluido en Santiago de Chile, que en los pasados Juegos de Toronto, donde también se marchó con la espina clavada de no haber conquistado título alguno.

En el Velódromo del Parque Peñalolén de la capital sudamericana, sin embargo, su actuación ahora resultó incluso más discreta, con apenas cuatro bronces —dos per cápita a la cuenta de Lisandra Guerra y Arlenis Sierra— que le valieron el octavo puesto por países en el medallero dominado por Colombia (6-5-1), Estados Unidos (5-2-0) y Canadá (3-8-5), según reflejó el sitio digital de la revista Mundo Ciclístico. Y la realidad es que dicho resultado no deja de ser sintomático.

Nunca en la última década, desde Mar del Plata 2005, Cuba se había ido sin oro —no digamos ya sin plata— de estos certámenes, en los que contra viento y marea llegó a erigirse en potencia del continente, gracias a corredoras de la talla de Yoanka González, Yumari González y la propia Lisandra —las tres campeonas mundiales—, pero también con otros pedalistas, incluyendo algún que otro representante masculino.

A la capital chilena, en cambio, se acudió esta vez solo con tres féminas. Ya no están Yoanka o Yumari, signo de que el tiempo pasa, inexorablemente, y que el presente del ciclismo de la Mayor de las Antillas ahora mismo se encarna en Lisandra, Arlenis y Marlies Mejías, a la que aún no sabemos bien qué le pasó —por los problemas en la página de la COPACI—, pero se fue sin medalla.

Cierto es que casi ningún atleta (en casi ningún deporte) se mantiene al tope el año entero —para eso se concibe la preparación de cara a los principales eventos— y también que el objetivo de ese trío, más que nada, era sumar puntos para la clasificación olímpica rumbo a Río de Janeiro 2016, tarea que Marlies y Lisandra ya tenían bien cumplida, pues ambas se incluyen con holgura entre las ocho primeras en los rankings del ómnium (3ra), la velocidad individual (7ma) y el keirin (6ta), según el sitio web de la UCI.

Pero no por ello deja de ser llamativo ver ahora una cosecha tan modesta y que Lisandra acabe tercera, por ejemplo, en una prueba como los 500 metros contrarreloj en la que antes solía reinar con un dominio incontestable. De ahí que habrá que esperar a su próxima presentación —posiblemente en la Copa Mundial de Cali (Colombia) en noviembre próximo— para saber si en Santiago solo ocurrió un tropiezo puntual (como en Toronto) o si las ruedas del ciclismo cubano, por el contrario, otrora doradas a nivel del continente, han comenzado a hacerse tan pesadas como el bronce.

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