Estaba bien lejos, en La Habana, a cientos de kilómetros, pero me imagino el silencio en una parte mayoritaria del estadio José Antonio Huelga cuando el camarero espirituano Alberto Rodríguez pifió un rolling inofensivo en el noveno, que a la postre costó dos carreras frente a La Habana y dejó a los Gallos —de momento— sin la corona de la II Serie Nacional Sub-23.
Faltaba solo un par de outs para el éxtasis del plantel dirigido por Lázaro Martínez, solo un par de outs que pondrían fin a una sequía espirituana de grandes títulos nacionales de casi cuatro décadas, si tomamos como referencia la victoria en 1979, cuando los discípulos de Cándido Andrade dejaron sin opciones a Villa Clara y Vegueros en la XVIII Serie Nacional.
Pero con las bases llenas el joven Rodríguez no solo falló en el fildeo, sino que después se demoró una eternidad en recoger la pelota y dos habaneros pasaron por la registradora, suficiente para borrar la carrera de desventaja y poner delante a la escuadra citadina, que de esta forma ganó el derecho de jugar el choque decisivo este martes.
Hasta el fatal instante en la novena entrada, los anfitriones ganaban 4-3, con soberano pitcheo del espigado derecho Pedro Álvarez, quien durante 8,1 entradas no regaló boletos, ponchó a ocho (tres veces a Ariel Hechevarría, motor ofensivo de los rivales) y permitió tres anotaciones, todas en el segundo episodio, cuando su defensa no lo respaldó.

Su pitcheo sólido, basado en el control y la combinación milimétrica de los rompimientos con una recta de mediana potencia, le permitió caminar y disfrutar de una ventaja mínima que su tanda logró en el séptimo tras remontar y ponerse delante con cohete impulsor de Jorge M. Ruiz.
Justo ese cañonazo dejó contra las cuerdas al zurdo capitalino Pedro Durán, quien no tuvo el mismo dominio de otras salidas. Contrario a lo que se pensaba, siete fechas de descanso no elevaron sus prestaciones, lo cual nos deja la duda de si no hubiera sido mejor utilizarlo el sábado al quinto día de su anterior apertura.
Seis pifias cometieron los dos conjuntos en el partido, demasiadas para un choque final. No importa que estemos en el Sub-23, los errores en partidos de postemporada, normalmente muy cerrados, se pagan bien caros, ya sean las fallas mentales u otras jugadas no tan complicadas.
Lo cierto es que en esta oportunidad los grandes perjudicados fueron los Gallos, que también sufrieron en el cierre contra el veloz Juan X. Peñalver, cuyas rectas de humo anularon los bates espirituanos y silenciaron a sus seguidores, ansiosos por un triunfo que sigue escondido tras una maldición de 36 años.


                        
                        
                        
                    














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Sergio D. Hdez Lima. dijo:
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abelboca dijo:
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Enrique R. Martínez Díaz dijo:
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Reysanchez dijo:
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