
Quizá lo más rescatable que ha dejado el Fifagate a estas alturas, amén de la detención de un buen puñado de corruptos, sea constatar que, en efecto, el fútbol —como el mundo— sigue girando pese a todo, y que el 26 de febrero del 2016 será el día en el que, definitivamente, la FIFA dirá adiós a Joseph Blatter.
Lo último que debió soportar el presidente dimisionario —hasta esta semana también miembro del COI— fue la “lluvia” de dólares falsos que le “regaló” el cómico inglés Simon Brodkin durante la rueda de prensa en la que se anunció la fecha para elegir a su sucesor. Acaso una perfecta metáfora de la deriva institucional que vive el ente rector del fútbol, desde que siete altos cargos fueron detenidos en Zúrich el pasado 27 de mayo, para ser procesados junto a otros tantos ejecutivos de empresas deportivas por corrupción, lavado de dinero y fraude.
A tal punto que, tan solo cuatro días después de haber sido reelecto ante el príncipe jordano Alí Ben Hussein para ejercer un quinto mandato, Blatter presentó su renuncia, acosado por la sucesión de revelaciones turbias, la fuga de patrocinadores y el revuelo mediático. Y aunque para las autoridades competentes siga siendo “inocente” bajo la presunción de “hasta que se pruebe lo contrario”, su administración ha devenido el epítome de una estela de corrupción con raíces en la época de su predecesor Joao Havelange, en la medida que se han ido destapando nuevos escándalos como el soborno en la elección de la sede del Mundial de Francia 1998 —según delató Chuck Blazer, un ex miembro del comité ejecutivo de la FIFA— o la empresa fantasma de la que el veterano suizo de 79 años era directivo en Dublín.
Lo que nos deja la interrogante: ¿Quién sería la persona ideal para enmendar semejante crisis?
PLATINI, ZICO, MARADONA...
Si de votar a un renombrado exfutbolista se trata —como tanto aboga un antiguo reclamo universal—, seguramente no habrá problema, pues uno de los primeros en dar el paso al frente como candidato a la presidencia ha sido el francés Michel Platini, tres veces Balón de Oro y desde el 2007 cabeza visible de la UEFA.
A priori, no solo partiría como favorito por su experiencia en el oficio, sino por los méritos acumulados en su hoja de servicio, tras poner coto a la hegemonía de los clubes más poderosos de Europa reunidos en el efímero G14, y acrecentar el prestigio de la Liga de Campeones a la vez que la abría a los equipos más modestos, además de impulsar el llamado “fair play” financiero para frenar el flujo de capital sin control en el fútbol.
Si bien entre sus puntos débiles estarían el haber formado parte del aparataje actual de la FIFA y su relación demasiado estrecha durante demasiado tiempo con el propio Blatter, del que llegó a ser considerado mano derecha hasta el 2010, cuando se produjo su ruptura definitiva, curiosamente, a raíz del otorgamiento de los Mundiales del 2018 y 2022.
Una sede esta última, de la que se dice Platini fue artífice para que fuese a parar a Catar, después de que el titular de la UEFA sostuviese un encuentro apenas unos días antes con el presidente francés Nicolas Sarkozy y el emir catarí Hamad Ben Khalifa Al-Thani en el palacio del Elíseo; además de dirigir su hijo desde el 2012 una filial de la influyente empresa Qatar Sports Investments (QSI), que entre otros bienes posee el conocido club París Saint Germain y la cadena televisiva especializada en deportes beIN Sport.
En cualquier caso, para recabar la mayor cantidad de apoyo posible, el excrack francés ya envió una carta a los presidentes y secretarios generales de las 209 federaciones que participarán de la votación de febrero y estaría barajando una serie de reformas, entre las cuales se incluiría ampliar de 32 a 40 equipos los participantes de la próxima Copa del Mundo en Rusia 2018; además de patentar otras propuestas como la tarjeta blanca (diez minutos de suspensión para los jugadores que menosprecien al árbitro o al rival), dos cambios adicionales en los partidos con prórroga y la prohibición de los traspasos de menores de 18 años.
Aun así, la de Platini no será la única candidatura que defienda una antigua estrella futbolera, pues Artur Antunes Coimbra “Zico” ya consiguió el apoyo de la Confederación Brasileña para postularse, y al ruedo también podría saltar el argentino Diego Armando Maradona, sin duda uno de los críticos más enconados de los turbios manejos de la mafia fifera.
Aparte, suenan también como posibles aspirantes el sudcoreano Chung Mong Joon, el liberiano Musa Bility o el exministro de Gobierno de Sudáfrica, Tokyo Sexwale, todos los cuales deberán contar con el aval de una federación nacional y el apoyo de otras cuatro para oficializar su candidatura antes del próximo 26 de octubre.
Lo que está claro, a fin de cuentas, es que la FIFA precisa un nuevo liderazgo, alejado de las prácticas pasadas, para que recupere la credibilidad y se convierta en lo que debería ser, un fiel representante de la ilusión, cándida e infantil, que en gran parte de la humanidad suscita el fútbol.
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6 de agosto de 2015
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