
Bueno, pues ya está. Argentina fue un vendaval. O mejor, un rodillo pletórico de fútbol, que se adueñó del balón y del campo, y arrolló a Paraguay (6-1), al ritmo de un genial Messi, para discutir por vigésimo séptima vez, el próximo sábado frente a Chile, la final de la Copa América.
Generar y concretar, era lo que se venía demandando hace rato (casi como una consigna) a esta selección albiceleste que reúne una de las mejores delanteras del mundo, pero solo había logrado amasar unas cifras goleadoras muy tímidas, con solo cuatro tantos en igual número de partidos.
Cierto es que ya frente a Colombia en el encuentro anterior, el equipo dirigido por Gerardo “Tata” Martino había generado un buen caudal de ocasiones, pero entonces le faltó la puntería necesaria. Algo que sí tuvo anoche y de qué forma.
De hecho, tantos fueron los goles argentinos que describirlos uno por uno resultaría engorroso en el espacio de esta página, pues anotaron Rojo (al minuto 15), Pastore (27), Di María (47 y 53), Agüero (80) e Higuaín (83). Y aunque Messi no se hizo presente en el marcador, participó en casi todos, llevando con lucidez la manija ofensiva de su equipo.
De esa forma, regateó, desbordó, encaró el arco rival y cada vez que descubrió una rendija, por ahí telegrafió un pase preciso para asistir a un compañero.
Paraguay, por el contrario a lo que se podría pensar, no fue peor rival de lo que habíamos visto hasta ahora, pues se mostró aguerrida y con pundonor en todo momento, sin renunciar al ataque, por más que la mala suerte se cebara con el técnico Ramón Díaz, cuando en menos de cinco minutos —los que van del 26 al 29— debió cambiar a dos hombres clave dentro de su esquema como Derlis González y Roque Santa Cruz por molestias musculares. Al punto que llegó a despedir el primer tiempo 2-1, toda vez que Lucas Barrios aprovechó un fallo de la defensa albiceleste para poner el descuento.
El choque supuso, además, otra buena noticia, al erigirse en el primer partido memorable de esta Copa. Uno en el que primó el buen fútbol desatado por la selección albiceleste y en el que el árbitro brasileño Sandro Ricci tuvo una actuación más que correcta (al final incluso tuvo la sensatez de obviar el descuento), tras haber generado cierta polémica su designación a raíz de lo ocurrido en el Uruguay vs. Chile. Así que solo queda esperar que la final del sábado entre Chile y Argentina sea un partidazo, un día después de que paraguayos y peruanos disputen un tercer lugar más que merecido.
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Sergio Dario Hernandez Lima dijo:
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