Es natural que aun tratándose de una sesión de entrenamiento todas las miradas se dirijan a Mijaín López cuando clava sus imponentes piernas en el colchón del Cerro Pelado. Muy pocas veces se tiene delante a un doble as olímpico y cinco veces campeón mundial.
Y parece ser el cinco un número bendito para el Gigante de Herradura, nacido el 20 de agosto de 1982, pues justamente a Toronto irá en calidad de abanderado de nuestra delegación por quinta ocasión consecutiva en eventos múltiples.
No se trata exclusivamente de un colosal gladiador, capaz de sostener el asta erguida durante cualquier ceremonia inaugural como lo ha hecho desde Beijing 2008 hasta ahora. Hablamos de un ser que encierra el orgullo y la estirpe del movimiento deportivo cubano, de un hombre común, pese a sus dimensiones de 1,96 metros de estatura y 130 kilogramos de peso.
Sucede que Mijaín ha hecho del vocablo sacrificio su divisa en el mundo del músculo y en nuestra enésima conversación lo utilizó de forma recurrente:
“Para mí es un privilegio grande volver a portar la bandera. Es un premio a mi trayectoria como deportista, encierra un compromiso enorme con mi pueblo, mi familia, el Inder. Lo asumiré con más experiencia, pero con la mentalidad de triunfo de siempre. La estrella regresará con el brillo del segundo lugar, eso tenlo por seguro”.
El área de Mijaín en el colchón prácticamente es un coto de caza real. Suele entrenar con una enguatada, un mono y la trusa. Las gotas de sudor incontenibles marcan su territorio, donde un mar de agarres y desbalances es una odisea para cualquier compañero de sparrings:
—Recientemente cumplimentaron una base de entrenamiento en Italia. Con tantos años dedicados al colchón ¿qué busca Mijaín en esos campos de entrenamiento?
—Antes me concentraba en estudiar todos los estilos de lucha de los europeos, calibrar a mis posibles rivales. Con el tiempo comprendí que es esencial la relación trabajo-descanso. Ahora en Italia cumplíamos hasta cuatro sesiones diarias, sin ninguna alteración de lo planificado. Acá casi siempre puede aparecer algo y dificultar el programa. En esta última prioricé la parte física, acercarme al peso corporal. Puedo decirte que casi estoy al 100 %, solo que ese poquito lo buscaré de cara al Mundial de Las Vegas.
—¿Qué rol juega la familia en tus más de dos décadas en el deporte?
—Con ella nada ha cambiado, desde el primer día solo me exige que entrene, que no descuide ningún elemento. Me siento como el niño que comenzó cuando ya mi hermano Michel boxeaba. Ahora, además, tengo el apoyo incondicional de mi esposa, mi hijo. Pensar en ellos me da fuerzas extra.
—¿Cuándo pisaste el colchón del Cerro Pelado por primera vez? ¿qué luchador te ha aportado más y qué crees de Oscar Pino?
—En el año 1997, encontré inmenso al Cerro Pelado. Me llevaron desde entonces a entrenar como invitado con Héctor Milián, era imponente. Aún conservo las enseñanzas de él y las aplico en los entrenamientos individuales. Oscar Pino viene bien, es joven, con condiciones físicas y técnicas, solo que debo basarme en todo el arsenal adquirido para evitar que se lesione en los sparrings, no me exijo al máximo.
—¿Qué piensas de tu entrenador Pedro Val?
—Un hombre con experiencia, su influencia ha sido determinante en mis resultados y en la posibilidad de tener una carrera larga y con éxito. Me cuida, ajusta los planes, mantenemos una comunicación total.
—El rival más difícil y los momentos de mayor alegría y tristeza.
—Kazhan Baroev es un excelente luchador. El ciclo 2004-2008 fue el de mis batallas más duras con él, muy fuerte, técnico, hábil y trabajador en todas las posiciones. Momento feliz, el oro de Londres 2012, fue la confirmación de que la derrota ante el turco Ryza Kayaalp en el Mundial de Estambul 2011 (por cierto su momento más gris) no reflejaba la realidad sobre quién era el mejor peso completo de la greco. Estuve un año entero soportando ese bichito interior para demostrarles a todos que aún había Mijaín para rato.
—¿Qué ejercicios priorizas para no lesionarte?
—Además de las condiciones físicas naturales y, contrario a la realidad de algunos luchadores, siempre me gustó correr. Es fundamental porque las piernas son la base de todo. Luego trabajaba mucha en la soga, un ejercicio de cargar sobre mis hombros a los luchadores más pesados de la preselección y hacer tandas de semicuclillas con ambas piernas. La esencia está en fortalecer todos los planos musculares.
—Tu hijo, ¿lo inclinarás hacia el deporte?
—A pesar de la tradición en mi familia, no me gustaría que fuera deportista. Ha sido una vida de éxitos la mía, pero de enormes sacrificios. Tampoco le quitaré su ilusión. Que sea médico, maestro, o luchador si es lo que quiere.
—¿La bandera?
—La bandera es Cuba, mi pueblo, todo por lo que me he entregado en los colchones, seguiré buscando que ondee firme, que brille la estrella mientras el cuerpo me lo permita.
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Rogelio Melendez dijo:
1
25 de junio de 2015
22:48:16
Ramon dijo:
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26 de junio de 2015
07:29:48
telleria dijo:
3
26 de junio de 2015
11:06:49
Agustín Navarro dijo:
4
26 de junio de 2015
13:13:07
ARIEL dijo:
5
29 de junio de 2015
01:24:13
Yoeslandi dijo:
6
30 de junio de 2015
11:40:34
AMAURI dijo:
7
30 de junio de 2015
17:09:49
Boris dijo:
8
1 de julio de 2015
12:57:13
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