Si vuelve a ocurrir, entonces será una condena inmerecida. Si vuelve a ocurrir, y en la Copa América Chile 2015 hay otro partido tan desaliñado como el México-Bolivia, entonces nos convenceremos de que el fútbol es un deporte traicionero, aunque lo seguiremos amando igual.

No caben dudas, porque incluso con otro duelo tan magro, nos sentaríamos al día siguiente expuestos a la cita de 90 minutos con la misma disposición, con la esperanza de que aparezcan el vértigo y se agiten las redes con una sarta de goles.
Esas dianas, a fin de cuentas, serían las que faltaron en el empate a nada entre aztecas y bolivianos, onces sin pegada ni ambición, contagiados al parecer con el eterno ambiente turístico de Viña del Mar, porque en el Estadio Sausalito deambularon con la frescura de cualquier vacacionista.
No me malinterpreten. Ambos conjuntos removieron el exterior de las redes con fogonazos aislados, incluso dispararon a la madera, pero en concreto, solo fueron meros actores de reparto en vez de protagonistas del segundo episodio de la Copa, todavía a la espera de una actuación deslumbrante tras el dudoso capítulo escrito por Chile el jueves.
En un somero balance, pudiera decirse que este México de contingencias, sin sus estrellas citadas, llevó la voz cantante, pues dominó la posesión y lanzó más a puerta, pero tuvieron la pelota sin tenerla, la movieron sin sentido ni entusiasmo, al punto de sacar de paso a Miguel “El Piojo” Herrera, técnico del Tri, también en el ojo del huracán por aventurarse a pronosticar su avance a la final.
Menudo despropósito, dirán todos ahora tras la apática imagen, que deja a los aztecas mal parados, en gran medida por no poder saldar con triunfo un partido justo en el recinto donde esa nación, allá por el lejano 1962, obtuvieron la primera victoria de la nación en Copas Mundiales.

















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Jose cuervo dijo:
1
13 de junio de 2015
12:21:50
Carlos de New York City dijo:
2
13 de junio de 2015
16:42:43
wilfredo dijo:
3
13 de junio de 2015
17:35:06
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