Hace tiempo que algo en la FIFA venía oliendo a podrido. Demasiado ruido en torno a la elección de Catar como sede del Mundial del 2022, demasiadas acusaciones de corrupción (como para que todas fuesen infundadas), y sobre todo demasiados tejes y manejes para un deporteque visto desde fuera puede parecer una especie de mundo Disney, pero ha devenido un verdadero oligopolio que, año tras año, mueve y amasa insondables sumas de dinero.
Hasta que otro escándalo ha explotado y las investigaciones desatadas en torno al trinitario Jack Warner, antiguo presidente de la Concacaf, y el brasileño Ricardo Teixeira hace cuatro años, terminaron siendo solo la punta del ovillo que este miércoles condujo a la detención de otros siete dirigentes de la FIFA en Suiza a petición de la Justicia estadounidense, que ha solicitado su extradición para juzgarlos por delitos de blanqueo, asociación delictiva y fraude; a la vez que el FBI allanaba las oficinas de la Concacaf en Miami.
Los detenidos en cuestión son el presidente de la Concacaf, Jeffrey Webb, de Islas Caimán; su secretario Costas Takkas; el oficial de desarrollo de la FIFA, Julio Rocha, y los titulares de las federaciones de Uruguay, Brasil, Costa Rica y Venezuela: Eugenio Figueredo, José María Marín, Eduardo Li y Rafael Esquivel, respectivamente. Aunque la lista de imputados como tal contempla en total a 14 presuntos culpables de una trama de corrupción que duró 24 años, diseñada para enriquecerse con el fútbol.
“Esta es la Copa del Mundo del Fraude y hoy les hemos sacado la tarjeta roja”, afirmó Richard Weber, director del departamento de investigación del IRS, la agencia tributaria de Estados Unidos; mientras Loretta Lynch, que hace pocas semanas se estrenó como fiscal general de ese país, denunciaba cómo los acusados participaron de sobornos para decidir quién transmitiría los partidos por TV, dónde se realizarían los encuentro y quién dirigiría las organizaciones que rigen el fútbol a nivel mundial”, añadiendo que la Copa América del Centenario, que se realizará en 2016 en Estados Unidos, motivó sobornos millonarios.
La FIFA, por su parte, rápidamente salió al ruedo para asegurar que su presidente, el suizo Joseph Blatter, “no está implicado” y coopera plenamente con las investigaciones. No obstante, el caso supone un duro golpe a sus aspiraciones de salir reelecto para un quinto mandato el próximo viernes frente al príncipe jordano Alí bin Al-Hussein, pues además de mantener una estrecha relación con el dirigente suizo y ocupar cargos de importancia en el máximo entidad del fútbol mundial, la gran mayoría de los acusados dirigen o han dirigido el fútbol centroamericano y sudamericano, dos de los grandes bastiones en cuyos votos Blatter siempre se apoyó.
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raul dijo:
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27 de mayo de 2015
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julian dijo:
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dunier el Fashion dijo:
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2 de junio de 2015
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