Contar esta historia es un poco complicado. Realmente cuesta describir con palabras el santuario que un amante del deporte ha armado en su casa, en la céntrica calle Mujica de Santa Clara. Harían falta, más bien, luces y cámaras para que Luis Andrés Rodríguez los pasee por su hogar en un recorrido entre pelotas de béisbol, recortes de periódicos de hace 20 años, imágenes inéditas y revistas ya desaparecidas.
Nada más entrar, aparecen cientos de fotografías que se ha tomado junto a quienes llama “Personalidades del deporte cubano”, o lo que es lo mismo, sus ídolos, atletas que han marcado con ribetes dorados la historia del mundo del músculo, los protagonistas de su obra, visible precisamente en la sala de su casa.
Se trata de álbumes con cientos de páginas cada uno, que recogen la carrera de luminarias cubanas y extranjeras, con artículos de periódicos y revistas, imágenes de las publicaciones o impresas por diversas vías, acompañadas en casi todos los casos por dedicatorias y firmas de los propios atletas o de otras figuras vinculadas al universo deportivo.
Allí sobresalen el salto de Sotomayor, la pegada de Stevenson, la zancada de Juantorena, el vuelo de Mireya Luis, la explosividad de Anglada, la magia de Germán Mesa, el empuje de Ana Fidelia, la velocidad de Figuerola, la fuerza de Pablo Lara, la resistencia de Eduardo Alonso o el ingenio de Garry Kasparov, entre otros tantos hasta llegar a 52, más de medio centenar de libros con inmensas hojas rectangulares, repletas de vida.
Todo ello lo forja en su puesto de trabajo, una mesa práctica, algo rústica, armada al pie de la cama, donde recorta, diseña, pega… crea. Pero el asunto no termina ahí, en el piso superior un estante de dimensiones impensadas se levanta con casi 30 gavetas en las cuales clasifica y guarda los recortes y revistas, algunas de ellas extintas, que con suerte solo se pueden encontrar en bibliotecas.
Luis no tiene muy claro cómo empezó su afición por el arte de recopilar y armar estos álbumes, pero lo cierto es que se ha esmerado en la labor, y ya hoy cuenta con más de medio centenar de libros plagados de anécdotas, imágenes y vivencias.
“A mi papá y a mis abuelos les gustaba el deporte, pero ninguno guardaba nada. Yo compraba las revistas en los estanquillos, y eran muchas: LPV, El deporte derecho del pueblo, Panorama Olímpico, Cuba Internacional, Prisma, El deporte en la URSS, todas traían noticias deportivas. Con 12 o 13 años hice los primeros álbumes, muy pequeños, nada parecidos a los actuales”, recuerda El coleccionista, como popularmente le conocen en Santa Clara.
Pero lo más llamativo del caso, es que Luis ha levantado este arsenal en su tiempo libre durante dos décadas, porque no ha tenido ningún vínculo laboral con el deporte —salvo los años que trabajó en el estadio Sandino—, prueba de su dedicación sin límites por una obra noble al extremo.
“Llega el momento que uno se cansa, pero yo hago el tiempo, trato de recortar todos los días y clasificar las notas por deportes, por atletas, para después no pasar trabajo cuando busques algo en particular”, expresa Luis, actualmente encargado de almacén en la Empresa de Automatización Integral (Cedai).
“Yo no le saco nada material a esto, no gano dinero como muchos piensan, todo es por afición, por amor al deporte, y me reconforta tener amigos, además de mi familia, que se hayan identificado con este hobby y sientan que estamos guardando un pedacito de la historia cubana”, añade orgulloso el villaclareño.
Este ir y venir entre artículos y fotografías le ha dejado la inmensa satisfacción de compartir con muchos campeones cubanos, aunque en ocasiones ha sido todo un calvario llegar hasta ellos. A María Caridad Colón, por ejemplo, le tomó cinco años conocerla, y durante unas vacaciones en Santiago de Cuba contactó con Braudilio Vinent pero este no vio su álbum.
“No todos reaccionan igual, algunos simplemente ven el libro y nada más, como que no le dan importancia, pero insisto en que es un placer para mí, una vivencia, tomarme una foto y tener la firma del deportista, cada vez es como un sueño hecho realidad”, reseña Luis, quien guarda con mucho aprecio el respeto y la admiración que le profesaron Mireya Luis, Javier Sotomayor o Rodolfo Falcón, por solo mencionar algunos.
“El álbum nunca se acaba, jamás. Es necesario dejarle hojas en blanco, porque los atletas se retiran, pero siguen saliendo trabajos sobre su trayectoria.
Además, muchos pasan a ser entrenadores o managers, como en el caso de Víctor Mesa, que tiene un libro con los años que jugó y otro de director”.
Y tiene razón Luis, porque la historia no se detiene, cada día se escriben nuevas páginas y es preciso contar con artistas dispuestos a recogerlas y guardarlas en un santuario. “¿Dejarlo? No, no, nunca en la vida eso me ha pasado por la mente. Después de tanto esfuerzo no puedo dar la espalda a todo lo que he construido”.


                        
                        
                        
                    














COMENTAR
Melba López y Alex Eduardo Garcia dijo:
1
30 de abril de 2015
21:52:23
Responder comentario