ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Yoelvis Fiss. Foto: Ricardo López Hevia

CIEGO DE ÁVILA.— La ruta 22, casi desierta al filo del mediodía, comenzó a llenarse en cuestión de minutos. Lo que parecía un trayecto tranquilo se convirtió en alboroto generalizado, que cobró aún más intensidad al bajarse todos de la guagua rumbo al estadio José Ramón Cepero, feudo de los Tigres avileños, actuales líderes de la 54 Serie Na­cional de Béisbol.

Los aficionados que rodeaban el parque estaban eufóricos, y no era pa­ra menos, la tropa de Roger Ma­chado, luego de dos fracasos en el inicio del campeonato, había eslabonado una cadena de ocho sonrisas al hilo, la última de ellas el sábado frente al competitivo elenco matancero, medallista en las tres últimas ediciones del clásico de las bolas y los strikes.

En menos de media hora, a pesar del tremendo sol, las gradas se llenaron —no quedó ni siquiera espacio en los pasillos— y todo, aparentemente, estaba listo para el arranque del pleito, pero una tupición inundó las bancas de ambas novenas y el pleito inició con retraso de una hora y quince minutos, cuando los trabajadores de Acueducto y Alcantarillado solucionaron el problema.

La espera terminó y la voz de ¡Play ball! decretó el comienzo del de-safío, un previsible duelo entre los diestros Osmar Carrero, por los avileños, y Jonder Martínez por Ma­tanzas, dos lanzadores de notable repertorio que han labrado su camino sobre la base del control y dominio de la zona.

Desde la apertura los locales sacaron las espadas y tomaron la delantera por el cuadrangular 200 de Yoelvis Fiss, quien estrelló un misil contra la segunda cerca del bosque izquierdo ante un envío colgado del abridor artemiseño. El patrullero central lloró tras darle la vuelta al cuadro, rodeado por todos sus compañeros y sintiendo la sinfonía rotunda del Cepero.
Un total de 14 campañas necesitó Fiss para alcanzar esa cifra, desde que conectara su primer jonrón en el estadio Mártires del 9 de abril en Baraguá, el 17 de diciembre del 2000, frente a los envíos del serpentinero agramontino Vladimir Pérez, batazo decisivo que rompió un empate a cuatro anotaciones en el octavo capítulo, según los números del estadístico Benigno Daquinta.

Sin embargo, la ventaja de Ciego de Ávila fue solo un espejismo, porque el zurdo Ariel Sánchez, uno de los tres nuevos mosqueteros yumurinos junto a José Miguel Fernández y Yadiel Hernández, despachó par de bolas más allá de los límites y remolcó cuatro carreras contra Carrero, cuya salida estuvo muy por debajo de las expectativas.

Después, antes de que refrescara la tarde y arreciara el diluvio, el relevo avileño tampoco pudo hacerse justicia y la nave de Víctor Mesa aprovechó cada debilidad para fabricar nueve rayas, con bateo de largo alcance y velocidad en las bases, prueba de que nunca se le podrá reclamar su capacidad de lucha y su espíritu incansable.

Del resto se encargó Jonder Mar­tínez, quien retomó la senda dominante y caminó seis entradas y dos tercios sin permitir libertades, con  siete inatrapables y tres limpias a su cuenta.

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