Explicaba Brad Wiggins, en una entrevista a L’Équipe, que las contrarrelojes le encantan porque en ellas no puede controlar lo que van a hacer los otros ciclistas ni ellos tampoco lo que va a hacer él.
Así que el sir inglés se habrá dado un gustazo, al proclamarse este miércoles campeón de la especialidad en el Mundial de ruta en Ponferrada (España).
Como ocurriera en los Juegos Olímpicos de Londres, el ganador del Tour de Francia 2012 volvió a exhibir su mejor versión para evitar que el alemán Tony Martin se enfundase el maillot arcoiris por cuarto año consecutivo.
Aprovechando las dos cuestas del final para marcar diferencias, Wiggins sobrevoló (mejor que rodó) los 47,1 kilómetros del exigente recorrido en 56:25 minutos, sobrepasando los 50 km/h de velocidad media, y aventajó en 26 segundos a su enconado rival, quien lo había relegado al segundo escaño en dos ocasiones (2011 y 2013).
"Este es mi último Mundial contrarreloj y he ganado la medalla de oro. No sé que decir", declaró tras la carrera el británico de 34 años, para anunciar a continuación que en el 2015 intentará batir el récord de la hora, en poder del alemán Jens Voigt (51,115 km) desde la pasada semana.
“No soy una máquina, siempre lo he dicho. Todo el mundo esperaba verme ganar, pero Bradley es un campeón”, reconocía por su parte Martin, quien de todas formas acabó eslabonando su sexto podio del orbe consecutivo, tras los bronces cosechados en 2009 y 2010. Mientras, un debutante de 24 años, el holandés Tom Dumoulin, se colgaba la medalla de bronce, feliz de de acompañar en la foto a dos auténticos monstruos del ciclismo, luego de cruzar la meta con 41 segundos de retraso respecto al campeón en otro rebote insospechado de la contrarreloj.
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