De nuevo la pugna a brazo partido, medio choque con una nariz de ventaja, pero en definitiva los cubanos no pudieron tener su revancha ante República Dominicana y cedieron 66-75 en partido por el bronce correspondiente al Centrobásket de Tepic, capital del estado mexicano de Nayarit, desenlace que los privó además de la posibilidad de visado directo rumbo a los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá, el año próximo.
Férrea defensa en la zona de restricción por ambos elencos y notable puntería desde la media y larga distancia, dictaron las acciones en la primera mitad, de la cual emergieron airosos los discípulos de Daniel Scott 37-34.
A partir de ese momento se desmoronó su engranaje, flaqueó la defensa, la rotación del balón se tornó abrupta —en buena medida debido a la falta de entendimiento de la dupla de defensas integrada por el base Osmel Oliva y el escolta Yasser Rodríguez— y las consecuencias fueron funestas: parcial adverso de 14-31 y 19 de esos puntos a la cuenta del tridente de pívots conformado por Eloy Vargas, Edward Santana y Ronald Roberts.
A propósito de los dominicanos, justamente el trío de internos en cuestión registró dobles dígitos ofensivos, comandados por Santana (16 unidades-8 rebotes), Vargas y Roberts con idénticos (10-5).
Ese, el poderío del juego bajo los tableros, fue la clave del éxito de los de Quisqueya, además de apretar en defensa en los momentos claves, generando sucesivos problemas en la conducción y rotación de la esférica para nuestros hombres, al punto de ser 21-14 el balance de pérdidas entre cubanos y dominicanos, encabezando la negativa relación justamente Oliva con siete, demasiadas para un armador del accionar.
Pese a ello, el propio Oliva (11 tantos-7 asistencias), Yoan Luis Haití (12-siete capturas bajo los tableros) y en rol de jugador de cambio Orestes Torres (12-6), fueron las piezas principales a la ofensiva por Cuba.
Afloró una cuestión que han adolecido muchos elencos del deporte ráfaga desde aquel dorado de La Habana 1999: el bajón del rendimiento en los terceros periodos, el declinar de la intensidad y la desorientación sobre el tabloncillo. En definitiva los nuestros se reinsertaron entre los cuatro grandes, con mejor balance (3 sonrisas y otros tantos descalabros) que en la versión del 2010, última vez que exhibieron ese escaño.
Otro indicador positivo fue la combatividad en sentido general de la armada, y el mayor entendimiento entre sus miembros respecto a ediciones precedentes, quienes compilaron en seis desafíos para el 46.5 % en tiros de dos (de 273-127), aceptable 33 % más allá del perímetro de 103-34, y 62.5 % en libres (de 104.65).
¿Tarea pendiente además de la búsqueda de un cupo a Toronto? Elevar la relación asistencias (79) -pérdidas (97), indicador que depende en gran medida de la seguridad y precisión de los encargados de armar el juego.
Al cierre de esta edición los anfitriones se medían por el cetro ante Puerto Rico.
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Agustín Navarro dijo:
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