
La dupla de plataformistas sincronizados cubanos integrada por José Antonio Guerra y Jeinkler Aguirre sin duda alguna puede catalogarse de competitiva. Su cuarto lugar en la recién finalizada Copa del Mundo de Shanghai así lo constata, aunque para muchos el resultado pueda parecer discreto.
En Shanghai fueron de menos a más, sacando a relucir su clase en materia de técnica y sincronización, pues luego de clasificarse sextos con 395.70 puntos, en la final pulieron sus ejecuciones y elevaron su acumulado hasta meritorias 410.76 unidades, únicamente antecedidos por los fuera de serie anfitriones Yue Lin-Yuan Cao (494.46), los curtidos y estables alemanes Sascha Klein-Patrick Haudsing (444.78) y los estadounidenses David Boudia y Steele Johnson (414.12) como parte de un certamen que abrigó a 14 duplas concursantes.
Además de su rendimiento como binomio, el camagüeyano Aguirre también incursionó en la plataforma individual, aunque estuvo lejos de sus verdaderas potencialidades, cuestión esta última que ha adolecido en varias competencias al máximo nivel. En Shanghai, apenas pudo pasar de preliminares, en el escaño 19 entre 30 clavadistas y 384.15 rayas.
Para nadie es un secreto que su preparación no ha transitado por cauces óptimos de estabilidad desde que cerró sus puertas el Complejo de Piscinas Baraguá, en La Habana. Este año, incluso, la primera categoría, escenario de engranaje previo a su partida para el gigante asiático, se vio interrumpida por ausencia de cloro en las albercas de la EIDE de Matanzas, donde tienen establecido su cuartel general tanto ellos como los demás miembros de la preselección nacional.
¿RANCHERA, MARIACHIS O SALSA?
Lo cierto es que tanto la Copa del Mundo, como las fases de la Serie Mundial en las que incursionaron, además del ornamentalismo correspondiente al Festival Deportivo Panamericano (que se desarrollará del 27 al 30 de septiembre), constituirán termómetros previos de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz (14 al 30 de noviembre), escenario en el cual de antemano está planteado el duelo entre los anfitriones y los antillanos.
Los aztecas salen como amplios favoritos para dominar el pulso, toda vez que salvo la pugna en la plataforma sincronizada varonil y la individual en el propio sexo, las opciones de imponerse de nuestros siete exponentes en las demás modalidades son inferiores.
Pongamos ejemplos concretos: en Mayagüez, Puerto Rico 2010, cita a la cual no asistió la representación cubana, los mexicanos aprovecharon para barrer con los ocho oros en concurso. Antes, en Cartagena de Indias 2006, hubo equilibrio de títulos en el podio: tres oros, otras tantas platas y dos bronces los mexicanos, por 3-0-1 nuestra armada. Cabe destacar que en esa edición los hombres de Cuba impusieron su nivel, emulados por las féminas de México.
Otro termómetro importante lo constituyeron los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, donde igualmente los anfitriones barrieron con los ocho cetros aprovechando su condición de sede.
De vuelta a las Copas del Mundo, el binomio Guerra-Aguirre rindió mejor en suelo chino, tanto en el 2010 como en el 2014. Respectivos 462.60 (uno de sus mayores totales históricos), y los mencionados 410.76, por 421.80 y 400.17 de sus archirrivales aztecas Iván García-Germán Sánchez, quienes a su favor tienen el hecho de poseer el programa de saltos más complejo del orbe. Estos últimos se comportaron mucho mejor en la cita de Londres 2012 con 460.17 por 432.30 de la pareja de Cuba.
Como dato adicional están las ubicaciones que ostentan en el ranking mundial de cada uno de los dos eventos en cuestión: terceros en la plataforma sincronizada García-Sánchez (40.33) y quintos Guerra-Aguirre (38.67); mientras individualmente García marcha segundo (39.33), Sánchez sexto (37.67) y Aguirre en el decimocuarto lugar (31.67).
Así se perfila el panorama de nuestros principales exponentes del clavados, en una radiografía donde salvo en el caso de materializar un rendimiento memorable en tierra veracruzana, únicamente ellos se vislumbran con opciones reales de colgarse un metal dorado en su pecho.
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