
Fue una final henchida de dramatismo y tuvo una ganadora sorprendente: la zurda Jialu Hao, quien a sus 27 años aparecía como la menos rankeada de las espadistas chinas (en el puesto 79) y en este Villa de La Habana se presentaba a su segunda competencia en el extranjero.
Reclutada hace no mucho por el reputado entrenador francés Daniel Levavasseur para engrosar las filas del plantel asiático, una semana atrás ancló quinta en la Copa del Mundo en Río de Janeiro y ahora en el Grand Prix se coronó en Pabexpo, bajo el fuego más fiero de la élite, con 28 de las 30 primeras hojas del mundo presentes.
Justo así, una tras otra, fue fulminando a sus rivales: a las italianas Rossella Fiamingo (15-12) y Giulia Rizzi (15-9), a la alemana Beate Christmann (15-9) y a la rusa Tatiana Gudkova (8-7 por tiempo), en ese orden, para acceder al cuadro de medallas. Imbatible e inmutable, salvo por el agudo grito con que rasgó el ambiente cada vez que propinaba una estocada decisiva.
Ya en semifinales ofreció tremendas dosis de temple al imponerse 15-11 a la rumana Simona Gherman, campeona europea del 2012, marcando seis toques seguidos para venir de abajo, cuando perdía 8-10. Y en la discusión del título nunca se mostró en desventaja frente a la estadounidense Courtney Hurley, quien logró emparejarle el marcador a 14, pero acabó cediendo ante el empuje de Hao.
No por gusto, al término del combate, su mentor Levavasseur solo tuvo palabras de elogio para ella y el equipo, al que valoró de forma general con muy buenas perspectivas para los venideros Juegos Olímpicos.
Dos chinas precisamente, Anqi Xu y Yujie Sun —quinta y sexta espadas del orbe— eliminaron en su primera presentación a las cubanas Clara Díaz y Ceily Mendoza, respectivamente, aunque luego no avanzaran demasiado en el organigrama, mientras muchas de las favoritas iban quedando en el camino.
La húngara Emese Szasz, que a la postre fue la que más lejos llegó, cambió esta vez su plata del año pasado por un bronce y, urgida por la premura del vuelo que debía abordar este mismo viernes, no tuvo tiempo siquiera para subir al podio. En tanto, la rumana Ana Maria Branza, puntera del ranking mundial y defensora del título, cedía en octavos ante la italiana Mara Navarria (15-7).
“Hoy no me sentí fuerte, porque he llegado algo cansada. Pero igual quería repetir el oro. Me da mucha pena no haberlo ganado porque en el 2015 la espada no va a estar en el torneo, y después de casi diez años participando, ya me había acostumbrado a visitar Cuba”, comentó con una sonrisa melancólica Branza, quien de todas formas anunció que volverá, aunque sea como turista y no como atleta.
Más allá, la jornada resultó maratónica, pues el florete —que copará las acciones el año próximo en uno y otro sexos— tuvo su ronda preliminar entre los hombres y solo el espigado Michel Carty pudo insertarse entre los 64 competidores que hoy aspirarán al podio coronado en la edición anterior por el estadounidense Race Imboden. La espada (f), a fin de cuentas, se despidió del Villa de La Habana, pero sus emociones continúan.

















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