Una noche, durante la primera vez que el cantante catalán Joan Manuel Serrat vino a Cuba en 1973, lo llevaron a presenciar un juego de béisbol en el parque Latinoamericano, tomado de punta a punta por una muy entusiasta afición.
Aquel desafío no había llegado al tercer episodio, cuando, sentado a su lado en uno de los palcos de primera base, le pregunté: ¿Qué le parece la pelota? “Yo no la entiendo, de pronto un hombre se para allí (en el home) con un madero, golpea la bola y sale corriendo hacia acá, cerca de nosotros. Sin embargo, me parece muy bueno que todo este público reunido aquí se divierta con su deporte nacional”, asintió el visitante, ovacionado por los asistentes cuando fue presentado por la amplificación local.
Imagino igualmente sorprendido hoy el cantautor si volviera a cualquiera de los parques donde se han efectuado los partidos de los play off semifinales y a la sede de la finalísima de la Serie Nacional, para verlos con sus desbordados graderíos animados por la sana rivalidad de la afición, orgullosa de blandir la bandera de su equipo lo mismo en casa que en terreno ajeno.
La pelota —porque todos los cubanos la llamamos así— desata emociones, enerva al más sosegado, irrumpe en la noche casera sin pedir permiso, cambia rutinas, provoca un sinfín de discusiones, altera el ritmo cardíaco, propicia escenario para una reunión de amigos frente al televisor y, al final de las nueve entradas, quien no vio ganar a su elenco, quizá sufra una madrugada de insomnio o recurra al nitrazepam antes de poner la cabeza sobre la almohada.
A los famosos ciclones de 1926 y 1944 los abuelos los catalogan como el acabose. Pero, esos dos fenómenos que a casi 100 años de distancia todavía se comentan, no son tema diario, renacen en el recuerdo de vez en cuando. Sin embargo, de la pelota se habla en Cuba desde el amanecer hasta bien entrada la noche, pues en medio de nuestro agotador eterno verano, muchos liberan energías retando al vecino en una amistosa discusión al ritmo de las bolas y los strikes.
Una compañera de trabajo me confesó que nunca había visto a su mamá tan interesada en un partido de béisbol como ahora. Sintió temor, porque en su euforia, la mujer parecía fuera de sus cabales. Otros han cambiado el horario de estudio nocturno para ver los desafíos; algunos abandonan la mesa y comen con el plato en la mano delante del televisor; y a quien la esposa no le permite ver Tele Rebelde en el horario de la novela, se las agencia para “mudarse” por unas horas a casa de un familiar o de una amistad, donde sabe que no existe discrepancia.
Pasión, identidad nacional, pasatiempo, como prefiramos llamarle, la pelota es la pelota. Sigamos disfrutándola —y si es en el estadio— con un comportamiento fraternal, diáfano; ganemos o perdamos. Porque, como las mismas grandes dimensiones que usted contempla en los más de 400 pies existentes desde el home hasta el jardín central, así será el goce de todos si compartimos el espectáculo en familia.
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Linda dijo:
1
7 de abril de 2014
12:51:19
REY dijo:
2
7 de abril de 2014
12:56:15
Alginio dijo:
3
7 de abril de 2014
13:08:10
alfonso nacianceno dijo:
4
7 de abril de 2014
13:38:28
alfonso nacianceno dijo:
5
7 de abril de 2014
13:50:37
MANOLO dijo:
6
7 de abril de 2014
13:54:55
alfonso nacianceno dijo:
7
7 de abril de 2014
13:55:41
alfonso nacianceno dijo:
8
7 de abril de 2014
15:10:43
euridisis de leon garcia dijo:
9
7 de abril de 2014
15:35:39
Y. Sosa dijo:
10
7 de abril de 2014
17:20:41
REY dijo:
11
7 de abril de 2014
17:37:13
alfonso nacianceno dijo:
12
8 de abril de 2014
15:18:04
alfonso nacianceno dijo:
13
8 de abril de 2014
15:22:08
Dr. Misael Salvador dijo:
14
8 de abril de 2014
15:39:57
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