Se desbordó el tsunami

Si un equipo es capaz de conectar diez o más indiscutibles y cuenta con el mejor abridor derecho de la Serie Nacional de Béisbol, lo lógico es verlo salir airoso. Eso sucedió ayer en el repleto estadio Capitán San Luis. Pinar del Río respaldó a su as Yosvani Torres con una ofensiva más que suficiente para conseguir un holgado triunfo frente a Industriales.

El espigado derecho de Minas de Matahambre, envuelto en la mejor temporada de su vida, no necesita tirar 90 o más millas. Su pitcheo tiene como divisa el control sobre sus rompimientos —slider, sinker, cambio y un efectivo tenedor—, con los cuales lanzó siete entradas y un tercio dejando a los Azules en un par de carreras.

Además, lo respaldaron sus compañeros, en especial William Saavedra, con un par de jonrones, uno de ellos a costa del abridor Vicyohandri Odelín y otro frente a los envíos del novato Juan Xavier Peñalver, ambos sobre rectas que se quedaron en la zona alta.

Al mentor Lázaro Vargas le fallaron sus relevistas, pero lo peor fueron los cinco errores de la defensa, responsables de seis de las diez carreras de los vueltabajeros. La otra cara de la moneda resultaron sus adversarios, jugando inmaculadamente al campo, con destaque para la combinación alrededor de la segunda almohadilla, Luis Alberto Valdés-David Castillo, con 3 outs y 13 asistencias sin la sombra de una pifia.

Demostrado quedó también que Alfonso Urquiola es un mentor que sabe pedir refuerzos. Ayer el binomio de zurdos conformado por el granmense Roel Santos y el guantanamero Giorvis Duvergel bateó de 9-4, triple y cuadrangular incluidos, con cuatro carrerass  anotadas.

Hoy, a partir de las 4:15 p.m., el segundo choque de esta semifinal, con la posibilidad de ver al zurdo Julio Alfredo Martínez o al derecho Vladimir Baños en el box de los locales, frente a Frank Montieh.

Luces, delirio y cero sorpresas

MATANZAS.— Desde la Loma de la Herradura puede verse como la ciudad de los puentes comienza a encenderse, paulatinamente. Primero el alumbrado público, después, las casas poco a poco cobran luz, hasta que toda la urbe se transforma en una alfombra lumínica, bañada por una pronunciada bahía.
El Victoria de Girón también se prende, rayando las siete de la noche, pero el estadio ya cobró vida unas horas antes, cuando miles de aficionados invadieron los alrededores, algunos en pos de buscar puestos preferenciales en las gradas, otros tan solo para compartir con los compadres y hacerse un hueco delante de las pantallas ubicadas en los aledaños, porque en este parque se vive el béisbol a partes iguales en un palco o en la calle.

Por tal motivo se pueden entender los claros en el graderío, que anoche fueron menos comparados con los del primer pleito semifinal entre Villa Clara y Matanzas, algo lógico si tenemos en cuenta el imponente triunfo de los Cocodrilos, dos carreras por una, que colmó los ángulos y arrastró multitudes, cuyo estado pasó del júbilo, al nervio y, por último, el éxtasis, todo en una misma noche.

De inicio, la tropa de Víctor Mesa aprovechó el descontrol del zurdo Yasmany Hernández Romero y fabricó la primera, impulsada por José Miguel Fernández, ba-teador paciente, con un abanico de posibilidades impresionante, que, por cierto, también incluye una habilidad natural para tocar la bola, función indicada por su mentor en el tercer episodio.

En este punto, con dos hombres en circulación, sobrevino el sacrificio del cuarto bate yumurino (era de esperar el nervio de la afición), una de las tantas estrategias sui generis de Víctor, quien después, ya con el desafío empatado por vuelacercas de Yeniet Pérez, ordenó al avileño Raúl González hacerle swing fuerte a la bola con dos corredores en base sin outs, cuando el sacrificio se caía de la mata.

También resultó cuestionado el manager matancero por la designación del novato Cionel Pérez como abridor, dejando en el bullpen al tunero Yoelkis Cruz, quien inició cada una de sus 23 presentaciones en la campaña regular. En efecto, la jugada no salió nada bien, porque el joven de 17 años no se presentó con control y en su rescate tuvo que acudir Yoelkis, efectivo durante tres entradas.

En ese trayecto, la incertidumbre, los murmullos y las dudas crecían en las gradas, en gran medida por la considerable mejoría de Hernández Romero, obligado a salir de la escena por acumulación de lanzamientos, y el relevo de Yosvani Pérez, dominante en las mayores adversidades.

Ya cumplidas las nueve entradas, hacía mucho que ambos conjuntos estaban encomendados al relevo, el terreno más pantanoso e impredecible del béisbol cubano, y alguno debía salir por la puerta estrecha. El de-safortunado ahora fue Alain Sánchez, quien lanzó sobre aviso a Eriel Sánchez, pues ya Fernández y Lázaro Herrera habían recostado la bola en lo profundo de los bosques derecho e izquierdo, respectivamente.

Pero nuestros lanzadores no aprenden, su inocencia y vulnerabilidad es un caso digno de estudiar. Alain, en conteo desfavorable, le sirvió en bandeja de plata un envío que Eriel despachó por encima del techo de la pradera izquierda, un descomunal batazo que desató la euforia y coloca a los Cocodrilos con importante ventaja de 2-0 en el compromiso.

Hoy será día de traslado y descanso para estas dos novenas, que mañana saldrán a la grama del Augusto C. Sandino a dirimir el tercer choque del match, casi de vida o muerte para los hombres de Ramón Moré. Por los Naranjas, según el entrenador Roidel Enríquez, abrirá el diestro espirituano Ismel Jiménez, mientras por los Cocodrilos se barajan varias opciones, desde el zurdo Yoanni Yera, impreciso la noche del jueves, hasta el derecho Joel Suárez, quien no logró un buen desempeño en la segunda ronda (seis derrotas sin sonrisas).