ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Internet

Que Cuba haya finalizado la temporada 2013 con veinte medallistas mundiales, de ellos seis monarcas absolutos, constituye signo alentador cuando al deporte de élite nos referimos.

Es que se trata del primer año en el ciclo cuatrienal de alistamiento que concluirá con los Juegos de Río de Janeiro 2016.

Además, la cifra viene a ser como la brida que detiene al corcel desbocado hacia el abismo, pues se había tocado fondo en el 2011.

Sobresalieron boxeo y taekwondo junto al judo, los dos primeros con cinco metales y cada uno con dos monarcas universales. Se sumaron la lucha, atletismo, remo, ciclismo y levantamiento de pesas, ocho deportes en total, y protagonismo para los de combate.

¿Mundiales versus lides olímpicas? No se trata de confrontaciones exactamente iguales, pero en general enfrentan a la flor y nata, a lo humano y a lo divino. En situaciones puntuales pueden ser más fuertes los primeros, por más competidores, por no producirse una ausencia ocasional. Pero no es la tónica. Todos sueñan con los Juegos. Le conceden lo máximo.

Quizá menos referenciales sean los mundiales siguientes a los Juegos, pues ciertas estrellas se toman un descanso, algunas mujeres se alistan en planes de maternidad o se convierten en momento propicio para lanzar renovaciones necesarias o experimentar potenciales valores.

En cuanto a Cuba, es a partir de los años noventa cuando de manera global sus privilegiados en mundiales comenzaron a relacionarse con los resultados olímpicos, pues antes los exitosos en ambas lides estuvieron limitados a pocas disciplinas, como el boxeo.

Por ejemplo, en el año 1991 previo al estupendo quinto lugar olímpico en Barcelona, el deporte cubano blasonó de 32 podios mundialistas (nueve monarcas, nueve subtitulares y 14 bronceados). Recordar además las 140 de oro panamericanas en La Habana. ¿Podría refutarse la estrecha vinculación de dicha faena con los 31 metales barceloneses (14-6-11)?

Después y hasta el 2001, Cuba nunca tuvo menos de 15 campeones mundiales y 30 medallistas en total (ver tabla). Si Atlanta 1996 (9-8-8=25) marcó un descenso se debió a una serie de coincidencias negativas, sobre todo la del ambiente adverso para nuestro deporte en territorio estadounidense.

Para Sydney 2000, sin embargo, se conquistó la que considero la actuación olímpica cumbre. Seguramente se refutará blandiendo el medallero de 11-11-7=29 inferior al barcelonés en tres de oro y dos en total, además del noveno escaño en la tabla por naciones.

Sin embargo, resulta incuestionable el radical cambio del escenario olímpico en ocho años tras la inclusión del profesionalismo, el comercialismo galopante, el trascendente respaldo estatal al deporte en infinidad de naciones. Por si no bastara, estaba mucho más consolidada la multiplicación cuantitativa y cualitativa derivada de la evaporación del campo socialista, entre otros factores.

Fíjense si el movimiento deportivo cubano gozó de potencia multilateral en la reunión australiana que compitieron especialistas clasificados de 23 disciplinas, cuando en Barcelona y en las restantes nunca rebasó 17, excepto 19 en Moscú 1980, pero al cubrir algunos espacios de otros finalmente doblegados por el boicot de Estados Unidos.

Lo corrobora la temporada siguiente (2001), chispazo tope de 45 presencias de lujo (15-8-22). En lo adelante se atenuó la brillantez en mundiales y por reflejo en los Juegos. No parece casualidad.

Los resultados del 2011, apenas 2-4-8 medallistas, 14 en total, presagiaron otro descenso olímpico en Londres 2012, pues se había tocado fondo en 22 años.

Afortunadamente la conquista de cinco laureles, tres más que en Beijing, privilegió un ascenso por la medición dorada. Aun así, no bastó para enmascarar la carencia de profundidad deportiva a partir de clasificar solo 110 atletas en 14 deportes. El compendio de medallas ancló en 14 (5-3-6), re-montándonos a estándares como el de Montreal 1976, 13 (6-4-3).

Lo acontecido en el 2013 permite evadir la espiral descendente y ratifica los núcleos hacia los cuales enfilar el perfeccionamiento para continuar mejorando a nivel del planeta. De cara a los Juegos de Río de Janeiro 2016, será decisiva la temporada previa al 2015.

Mientras, el 2014 depara el reto de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en territorio de México, rival que amenaza el trono por oros.

Para Cuba es tradicional prestigiar el certamen con su excelencia mundial y olímpica, como ningún otro país podrá hacerlo. Y eso dignifica. Pero para ganarlo resulta más decisiva la profundidad deportiva. Será tema de un próximo comentario.

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