ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ricardo López Hevia

El antesalista santiaguero Luis Yander La O se destapó como un excelente robador en la primera vuelta de la presente Serie Nacional.
Por ejemplo, en los albores del clásico de las bolas y los strikes se recuerda la disputa entre Antonio Jiménez, Félix Issasi y Wilfredo Sánchez, sucedidos por los mano a mano del industrialista Rey Vicente Anglada y el villaclareño Víctor Mesa.
Víctor, el huracán de Sitiecito, prolongó esos desafíos con dos verdaderos especialistas: Germán Mesa y Enriquito Díaz. El torpedero capitalino tenía un sexto sentido para el robo de tercera, mientras el longevo camarero logró frisar la perfección con 726 estafas, líder de todos los tiempos, quien peleó codo a codo con Eduardo Paret, quizás el último gran robador de la pelota cubana, porque del 2005 en adelante no se ha destapado ninguno que domine cabalmente la habilidad.
Tal vez el camagüeyano Marino Luis pudiera considerarse una excepción, amén de 89 bases robadas en las últimas ocho campañas, con un 65,6 % de acierto, muy por encima de la media de nuestros campeonatos, estancada alrededor del 52,3 % en ese mismo espacio de tiempo.
EL ESPEJO GLOBAL
Y digo estancada porque los indicadores internacionales evidencian cuán distantes estamos de exhibir guarismos al menos aceptables. Por ejemplo, según los datos de baseballreference.com, sitio especializado, durante las 14 temporadas precedentes de las Grandes Ligas de Estados Unidos y Japón, los certámenes más prominentes del planeta, los por cientos de efectividad se sitúan en 70,7 y 67,8, por ese orden, con picos de algunas novenas que se han acercado al 90 % de éxito, es decir: mínimo margen de error.
En el orden individual, difícilmente encontremos en nuestro país a jugadores con un nivel de especialización similar al del taipeiano DaiKang Yang (47 estafas) y el dominicano Esteban Germán (40), punteros en el certamen nipón, y tampoco aparecen hombres de tanta eficiencia como Jacoby Ellsbury, quien alcanzó 52 almohadillas en 56 intentos, para un 92,8 % de acierto.
De la 45 Serie a la 53, no son muchos los equipos o peloteros que pueden emular con los guarismos de las ligas foráneas. Encontramos al Santiago de Cuba del 2008, que robó 111 bases en 143 intentos (77,6 %). Aquella selección, monarca nacional, contaba con el trío de José Julio Ruiz, Alexei Bell y Héctor Olivera, quienes robaron 78, con destaque para el camarero, capturado solo en una ocasión.
¿PELIGRO DE EXTINCIÓN?
Dichos sucesos quedan lejos en la memoria, por lo que no resulta complicado deducir que el panorama actual resulta un tanto desalentador. Al respecto, dos hombres que jugaron la pelota caliente con las escuadras matanceras, Leonardo Goire y José Antonio Estrada, coinciden en que son varios los elementos que influyen en la disminución del robo de bases.
"En primer lugar, uno se pone a pensar y no entiende el porqué de la caída de este parámetro. Si te fijas, nuestros receptores no son tan buenos, hay corredores rápidos que pueden imponerse, pero creo que se debe trabajar mucho más en la concentración y el estudio de los contrarios. Robar bases es inteligencia y, sobre todo, anticipación, algo que no se domina de un día a otro", asegura ‘Pepito’ Estrada.
"Antes los jugadores salían lesionados, corrían, chocaban, sin miedo. Ahora todos se entregan en el diamante, no hay duda respecto a eso, pero se cuidan más y cuando tienen una molestia van al banco. Eso, indirectamente, repercute en la disminución del robo de bases, porque esa habilidad sí se relaciona con jugar duro a la pelota, plantar cara al contrario", añade Goire.
Para ambos, se debe corregir el rumbo, porque robarse una base significa avanzar siempre a posición anotadora o subir una carrera al marcador si se intenta estafar el home, el éxtasis de cualquier experto en la materia.
EL PRESENTE
Aunque se arrastran fallas, tanto Goire como Estrada concuerdan en que nunca desaparecerán los robadores, pues incluso en épocas bajas descuella algún eléctrico. En la primera fase de la presente lid, por ejemplo, explotaron los camagüeyanos Dairon Blanco y Héctor Hernández, quienes mejoraron su capacidad de entrar en circulación (ambos con promedio de embasado superior a 385) y, una vez en las almohadillas, demostraron que pueden desafiar y vencer a los receptores con 11 y 14 robadas, por ese orden.
También impresionó el santiaguero Luis Yander La O, veloz antesalista consolidado como primer bate indómito luego de una temporada alejado de los diamantes por una lesión de miofibrillas. En esa función robó 17 bases en 21 intentos (80 % de efectividad), sin duda un gran aporte a la ofensiva de las Avispas.
"Estudio a los pitchers desde el dogout, sus lanzamientos, la velocidad, los movimientos y no me obsesiono con salir al robo en la primera oportunidad que tengo. A veces dejo avanzar el partido para recopilar la mayor cantidad de datos posibles del rival y entonces lo intento, ahí está la clave del éxito", asegura La O.

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