El 29 de marzo Eugenio cumplirá 81 años, y en más de cinco décadas dedicadas al voli —jugador primero y luego desde la dirección de elencos— ha vivido inenarrables emociones en el universo de este deporte que lo proclamó el mejor entrenador del siglo XX. Ahora, un nuevo homenaje a su contribución le hizo la Federación Internacional de Voleibol (FIVB), al concederle la Orden Collar de Oro, en acto efectuado en República Dominicana, sede de la Confederación de Norte, Centroamérica y el Caribe (NORCECA).
Dado a la lectura, sorprendente conversador sobre cualquier tema, aunque desde la cancha irradiaba una imagen de ser imperturbable y de pocas palabras. Estudioso y hacedor de estrellas como Mireya Luis, Regla Torres, Yumilka Ruiz y muchas más —desde que en 1967 asumió la conducción de las mujeres— guió generaciones con las que encumbró a Cuba, lo mismo en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, Atlanta’96 y Sydney’00, que en eventos regionales, Copas del Mundo, Grand Prix y torneos por invitación.
Sepan los lectores que esta Orden Collar de Oro, la FIVB se la había conferido solamente al dominicano Cristóbal Marte, actual vicepresidente de esa entidad, y al puertorriqueño Luis "Lulo" Mendoza, dirigente del voleibol en la hermana nación, ya fallecido.
Eugenio asumió las riendas del elenco femenil ganador del oro en el NORCECA de Los Ángeles 1975, primera competencia en Estados Unidos a la que asistía una delegación cubana después del triunfo de la Revolución. Tras más de un quinquenio de aprendizaje de nuevas técnicas en Japón y otros lugares, también condujo a las nuestras hasta el lugar de honor en el Campeonato Mundial de Leningrado 1978, con una inolvidable victoria final precisamente sobre las japonesas. Solo son dos momentos cruciales de su amplio historial.
En ese nuevo galardón otorgado por la FIVB está reconocida, una vez más, la humildad de un hombre que en su octava década de vida sigue entregando lo mejor de sí para el deporte cubano.
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