
"Una alianza entre iguales". Eso prometió Barack Obama en el 2009 durante la V Cumbre de las Américas. Pero cinco años después, mientras la reunión de la CELAC en La Habana demostró que la sinfonía política al sur del Río Bravo es cada vez más armónica, Estados Unidos mantiene su intención de revertir los procesos de cambio e integración.
En un momento en el cual su hegemonía está en crisis; con una política exterior que da traspiés, atrapada entre conflictos bélicos y promesas diplomáticas en Oriente Medio; mientras la comunidad internacional los mira con recelo producto del escándalo de espionaje desatado por Edward Snowden, Washington parece haber vuelto la mirada hacia sus vecinos más cercanos.
"Estados Unidos está tras la contraofensiva sistemática que la ultraderecha despliega contra la Revolución Bolivariana, y particularmente en los hechos violentos y de sangre de los últimos días", dijo a Granma el intelectual boliviano Hugo Moldiz Mercado, abogado, comunicador y especialista en Relaciones Internacionales, quien fundamenta esa afirmación basado en declaraciones de políticos norteamericanos.
"Estados Unidos está profundamente preocupado por la creciente tensión y violencia", dijo el sábado el secretario de Estado, John Kerry, el mismo que hace unos meses "dio por terminada" la Doctrina Monroe.
Más agresiva fue la portavoz Jen Psaki, quien acusó al Gobierno venezolano de "falta de seriedad" para hacerse cargo de la "grave situación" en que se encuentra. Otra vocera, Marie Harf, subió la escalada de criterios injerencistas, cuando el miércoles hizo un "llamado" al Gobierno de Caracas para la "inmediata liberación" de aquellos que han sido detenidos mientras —según ella— "expresaban pacíficamente sus derechos".
Y ese mismo día el propio Obama comentó sobre el tema: "En Venezuela, en lugar de tratar de desviar la atención de sus propias carencias y expulsar con acusaciones falsas a diplomáticos estadounidenses, el Gobierno debería concentrarse en atender los reclamos legítimos del pueblo".
Un comunicado de la Cancillería venezolana este jueves repudió esas declaraciones del jefe de la Casa Blanca, por considerar que "con-s-tituyen una nueva y grosera injerencia", que además se agravan por "usar como base información falsa y aseveraciones sin fundamento".
Lo que esperan los gobiernos independientes y los pueblos del mundo —añade el texto—, es que Estados Unidos explique por qué "financia, alienta y defiende a los dirigentes opositores que promueven la violencia".
Entre tanto, algunos congresistas norteamericanos consideraron que las declaraciones de Obama no fueron suficientes. Así, el Senador republicano por Florida, Marco Rubio, pidió "acciones concretas" y elogió que el presidente "finalmente habló" sobre el tema.
"Él debería tomar acciones concretas para dejar en claro que defendemos la paz en Venezuela y en contra de un Gobierno que re-prime a su pueblo", expresó en un comunicado el miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, y uno de los posibles aspirantes a la candidatura de su partido para las elecciones generales del 2016.
El objetivo de Estados Unidos es "el petróleo de Venezuela", comentó a nuestro diario Hugo Moldiz. "Detrás de esas inquietudes ‘democráticas’ —que se desvanecen al momento de agredir a una Revolución que ha salido victoriosa en 18 de las 19 elecciones desde 1998, y apoyar con recursos las acciones violentas no democráticas— es evidente que el interés mayor del Imperialismo es volver a apoderarse del petróleo venezolano".
Asimismo, opina que la actitud de los funcionarios norteamericanos pone al descubierto que el método que pretenden potenciar es la violencia. "En un primer momento alentando acciones de violencia callejera de parte de las facciones más ultraderechistas de la oposición y en un segundo momento a través de una intervención militar abierta de las fuerzas estadounidenses".
Criterios similares sostiene el embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos, Roy Chaderton, quien aseveró que Washington busca el "ablandamiento de la democracia venezolana, el debilitamiento de sus bases día tras día hasta provocar su caída". El diplomático recordó además que el Gobierno venezolano siempre ha tenido disposición al diálogo, pero "no hay disposición del lado del imperio y de sus aliados".
"Con lo que no contaban Estados Unidos y la derecha venezolana —considera Moldiz— es con que el Gobierno de Nicolás Maduro no cayera en la trampa. A la violencia reaccionaria se respondió con movilizaciones pacíficas y con un plan nacional para alcanzar la paz". A esa postura se sumó el rechazo de la mayor parte de la población —incluso de quienes no son seguidores de la Revolución— al uso de la violencia como método de acción política.
Además, tal como sucedió en intentos de golpe contra Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, la rápida reacción de organismos y países de América Latina en el respaldo al Gobierno legal y legítimamente constituido en Venezuela, ha derrotado los planes del imperialismo, subraya el profesor.
No obstante, advierte que, puesto al descubierto uno de los objetivos mayores de Estados Unidos y el método elegido para su materialización, "hay que estar atentos al desarrollo de un plan que ha fracasado momentáneamente pero no por eso ha sido echado a la basura por la derecha".









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