Una ciudad inteligente puede definirse como una ciudad «del conocimiento», «digital», «cibernética» o «ecológica», en función de los objetivos fijados por los urbanistas. Las ciudades inteligentes son innovadoras desde el punto de vista económico y social. Siguen de cerca la evolución de infraestructuras esenciales, como carreteras, puentes, túneles, ferrocarriles, aeropuertos, puertos marítimos, comunicaciones, agua, energía, incluso grandes edificios, con la finalidad de optimizar los recursos y la seguridad, además ofrecen a los ciudadanos las prestaciones máximas de los servicios, proporcionando un entorno sostenible. Esos servicios son posibles gracias a la infraestructura de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Estructuralmente, una ciudad inteligente es un sistema de sistemas que funcionan en forma conjunta. Ese interfuncionamiento de innumerables sistemas exige un criterio abierto y normalización, principios fundamentales en la construcción de este tipo de urbes.
Sin un criterio abierto ni normalización, un proyecto de ciudad inteligente se vuelve rápidamente engorroso y caro. Entre las tecnologías que configuran una ciudad inteligente pueden mencionarse las redes ópticas de alta velocidad, las redes de sensores, las redes de cable y las redes inalámbricas, imprescindibles para posibilitar los beneficios que aportan sistemas de transporte inteligentes, redes eléctricas inteligentes y redes domésticas.
Lo que más distingue a una ciudad inteligente de una ciudad tradicional es el vínculo que establece con sus ciudadanos.
Hoy cuando Cuba trabaja en su proceso de transformación digital y el municipio tiende a convertirse en el centro de la actividad del gobierno, estar al tanto de qué es una ciudad inteligente sería un gran apoyo para los nuevos desarrollos que se acometan.
COMENTAR
Miguel dijo:
1
2 de octubre de 2019
14:11:47
Responder comentario